Vida cotidiana en la España de la posguerra de Manuel Espín
El infatigable escritor y autor de guiones, así como director de programas de televisión, Manuel Espín, acaba de sacar un nuevo libro en la línea de los que lleva un tiempo publicando sobre la vida de los españoles y españolas desde el final de la Guerra civil, y que lleva por título, Vida cotidiana en la España de la posguerra, en la editorial Almuzara.
En este libro Espín pinta un exhaustivo cuadro de la vida de una generación que trató de sobrevivir en la España de la autarquía, que es el largo período que va desde 1939 hasta comienzos de los años cincuenta cuando se terminaron las cartillas de racionamiento, iniciando una etapa nueva de elevada inflación, no llegando el desarrollo hasta que avanzase la década de los años sesenta. La autarquía es, sin lugar a dudas, una protagonista indiscutible del libro, concebida no tanto como una consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y del aislamiento posterior que padeció el régimen franquista por su compromiso con el nazismo y el fascismo, sino como una opción ideológica defendida y asumida intensamente por el mismo, y que generó hambre, sufrimiento y unas altas cotas de corrupción a través del estraperlo, y el verdadero tráfico de influencias que supusieron las licencias, permisos de importación, etc.
Espín hace un recorrido sobre los grandes acontecimientos que influyeron en la vida de los españoles, aunque ese no ha sido el objetivo del libro sino el que viene explicitado en el título del mismo. Pero sin un repaso sobre la Segunda Guerra Mundial, sobre la opción pro-Eje del primer momento de la dictadura, con el paulatino cambio a medida que Alemania e Italia iban perdieron la guerra, y luego por la apuesta por la opción norteamericana para sobrevivir en el inicio de la guerra fría, no se puede entender esa vida cotidiana junto con la mencionada autarquía, la inicial pujanza del fascismo falangista y el triunfo final del más puro clericalismo con una Iglesia y una moral integrista que conformaron el nacionalcatolicismo, imprimiendo su sello en todo hasta bien entrados los años sesenta. Este abigarrado conjunto de influencias nos permite entender las carencias alimenticias, los problemas para afrontar las enfermedades, el reciclado de las prendas de vestir, y el tipo de ocio permitido por la censura a través del cine y la radio, los bailes, etc., además de la sexualidad y la relación entre hombres y mujeres.
Espín ha realizado un libro que parece de pequeña historia, pero que es, realmente grande porque es la que tiene que ver, a fin de cuentas, con la población, la verdadera protagonista siempre, por mucho que se nos olvide obnubilados con los personajes públicos. Y es una historia alejada de maniqueísmos, sin olvidar que nadie es objetivo. Espín no lo es porque el autor apuesta por aquellos sufridos españoles y españolas que tanto padecieron e intentaron salir adelante, con una especial sensibilidad en sus páginas hacia la situación de la mujer.
En este sentido de superar el maniqueísmo Espín también advierte en el libro que conviene no hacer interpretaciones lineales sobre muchos aspectos de la vida de aquellos años, especialmente en relación con el ámbito intelectual, por ejemplo, del falangismo, donde advierte sobre su variedad y acerca de la evolución de algunos de sus principales actores, que terminaron, desde un evidente idealismo, chocando con lo que terminó siendo una dictadura cada vez menos fascista, pero cada día más clerical, gris y tradicional, sin perder, eso sí, nunca, advertimos nosotros, su intenso carácter represor. Esos personajes terminaron adoptando posturas y planteamientos democráticos y hasta de izquierdas.
El libro, insistimos, tiene vocación de exhaustividad, pero no por ello su lectura fatiga, ni mucho menos, porque la prosa es fluida y porque aparecen constantemente referencias a hechos, personajes, situaciones y ejemplos que estimulan a seguir leyendo, sin olvidar que, al final, nos queda un evidente poso de intensa amargura, unido a sentimientos de empatía hacia nuestros padres y madres, abuelos y abuelas que tuvieron la desgracia de vivir una época durísima y no sólo por la presión represiva, sino también por tantas carencias materiales y culturales. Es un libro que deberían leer los más jóvenes porque aquello no pasó hace cientos de años, sino casi ayer mismo.
Y, por último, referir que al comenzar cada capítulo el autor nos propone una serie de ejercicios literarios al plantearnos ficciones con personajes, diálogos y situaciones, que tienen que ver con lo que luego nos narrará, una manera inteligente de ayudar a imaginarnos lo que fue aquello.