Las reformas económicas de los socialistas madrileños para combatir la carestía de la vida en 1919
El socialismo español luchó intensamente contra la carestía de la vida en tiempos de la Gran Guerra y la posguerra. En este apunte nos acercamos al plan que presentó la Agrupación Socialista Madrileña a finales de septiembre de 1919 en relación con esta cuestión y con el trabajo, que suponía una profunda reforma económica.
El 25 de septiembre se reunió la Agrupación en los locales de la Escuela Nueva para estudiar medidas con las que combatir la carestía de la vida. Mariano García Cortés, en nombre del Comité de la Agrupación, intervino para anunciar el propósito de realizar una reunión de directivas de las Sociedades Obreras de la Casa del Pueblo de Madrid para intensificar la campaña por el abaratamiento de las subsistencias y la promoción de obras para combatir el paro. El Comité, con el objeto de fijar las orientaciones de la clase obrera e indicar soluciones inmediatas, planteaba quince medidas, algunas de intenso calado económico:
Formación de una comisión de subsistencias y trabajo que sustituyese al Ministerio de Abastecimientos, para tratar estas dos cuestiones de forma conjunta, ya que, como bien sabemos los socialistas abordaban el problema que afectaba a las clases populares no sólo por la carestía en sí de la vida, sino también en relación con el trabajo. La comisión estaría formada por miembros elegidos por las Sociedades Obreras “no sometidas a influencias patronales”, en alusión implícita al sindicalismo católico, por delegados de las Asociaciones de funcionarios públicos y de técnicos asignados por el Gobierno. Como comprobamos, no habría representación patronal. Las decisiones de la comisión tendrían carácter ejecutivo.
Supresión de los derechos de aduana para la importación de artículos de primera necesidad.
Prohibición temporal de las exportaciones de alimentos, de artículos de vestir y calzar y de materias primas con los que se fabricaban, mientras la comisión fijaba los precios a los que debían venderse en España y regularizase las exportaciones, con preferencia a los países de donde se importaban los productos que en España faltaban, y terminando con el sistema de “permisos especiales”, que tantos escándalos habían causado.
Concesión de créditos a largo plazo a las cooperativas populares que no rinden intereses a sus accionistas o que se comprometan a no rendirlos.
Supresión inmediata de la subida de las tarifas ferroviarias.
Incautación por parte del Estado de parte de la flota mercante para poder asegurar las importaciones.
Implantación de una tasa de alquileres sobre la base de lo que se pagaba en 1914 en edificios construidos antes de esa fecha y proporcionalmente al coste de construcción en los edificios construidos después.
Imposición de un impuesto del 10% sobre los terrenos urbanos sin edificar. Urbanización del extrarradio de Madrid.
Entrega en usufructo a las Sociedades Obreras en usufructo las tierras del Estado y de los particulares que estuvieran sin cultivar, y que se les proporcionasen créditos para ponerlas en uso.
Las Sociedades Obreras deberían vender los frutos cosechados al Estado, a los Municipios y las Cooperativas con precios justos y remuneradores. Abaratamiento del carbón.
Nacionalización de las minas del carbón, de los ferrocarriles y de la flota mercante.
Construcción inmediata de nuevas líneas férreas para asegurar las comunicaciones.
Construcción rápida de carreteras para los cuatro mil pueblos que todavía se comunican a través de caminos de herradura.
Realización de las obras hidráulicas cuyo estudio tendrían terminado los técnicos del Estado.
Hemos trabajado con el número 3698 de El Socialista.