La crisis de la industria cerillera española a finales de los años veinte

Historia

En este artículo vamos a plantear la crisis de la industria cerillera española a finales de los años gracias al análisis de Luis Oliveira Romero en 1929, con las alternativas propuestas por la UGT y los planteamientos de nuestro analista.

 

Luis Oliveira Romero (1897-1941) fue un agente comercial, natural de Huelva, pero muy vinculado a Asturias, llegando a ser presidente de la Agrupación Socialista de Oviedo, y miembro de la Sociedad de Obreros Cerilleros “La Cerilla”, además de administrador de La Aurora Social, y presidente de la Federación Local de Sociedades Obreras. Sería elegido concejal en la capital asturiana en las elecciones de 1931. Fue represaliado a raíz de la Revolución de 1934, para regresar como teniente de alcalde del Ayuntamiento de Oviedo tras el triunfo del Frente Popular. Al terminar la guerra sería detenido y condenado a muerte, para ser ejecutado en mayo de 1941.

Oliveira, por lo tanto, era un conocedor de la industria cerillera, y en el verano de 1929 realizó un extenso análisis de la misma, planteando soluciones, desde El Socialista. Creemos que puede ser interesante conocer la visión de uno de los sindicalistas socialistas más destacados en este ramo.

El problema tenía un síntoma muy claro. De forma periódica se reducía el trabajo y los trabajadores de las fábricas de cerillas de España solamente trabajaban unos pocos días a la semana. Desde diciembre de 1926 las fábricas de Alcoy, Palma de Mallorca y Oviedo funcionaban tres, cuatro y hasta cinco días semanales, mientras que las de Carabanchel, Moncada, La Coruña, Sevilla y Tarazona se habían incorporado a este régimen parcial de trabajo unos meses después. En resumen, los cerilleros y cerilleras españoles llevaban padeciendo una crisis laboral desde hacía más de dos años, con la consiguiente repercusión salarial.

Para hacernos una idea de la estructura de la industria cerillera española planteamos, por nuestra parte, una breve historia que comenzamos en 1892 cuando el Estado, ante la necesidad recaudatoria, decidió nacionalizar la industria cerillera a través de una ley de 30 de junio de ese año, creando un monopolio, el Gremio de Fabricantes de Fósforos de España, que impuso una reducción de fábricas. En 1908 expiró el contrato del Gremio, y el Estado creó un nuevo monopolio, que pasaría a ser administrado por el Ministerio de Hacienda. El número de fábricas disminuyó más aún. Los problemas para administrar el monopolio llevaron en 1911 a aprobar una nueva legislación, que provocaría que quedaran solamente doce fábricas en toda España. Por fin, en 1922, ante la falta de ingresos, la Compañía Arrendataria de Fósforos ganó la subasta. La Compañía, en todo caso, estaría controlada por el Estado. Era esta la situación legal en la que se encontraba la industria cuando Oliveira escribió su informe-artículo.

Las Sociedades Obreras de todas las fábricas, primero, y después la Federación, habían reclamado a la Compañía y al ministro de Hacienda, en distintas ocasiones, la normalización de los trabajos. Al parecer, siempre habían encontrado buena disposición del Ministerio y de la propia Compañía, pero las medidas que se habían tomado contra el “uso clandestino del encendedor y venta de piedras” no habían surtido los efectos deseados, con lo que la crisis continuaba, mientras, según Oliveira, no se atacase el mal de raíz.

Para nuestro sindicalista el problema procedía de la subida del precio de la cerilla. Ante esta subida y la constatación por parte del público de la calidad deficiente de la misma, no la utilizaba la cantidad deseada, es decir, empleaba otros productos, como hemos visto. No se vendía, y todo esto provocaba perjuicios a los trabajadores y la propia Compañía, que no obtenía beneficios.

Oliveira reconocía que la política económica de la Dictadura de Primo buscaba proteger las industrias nacionales. La cerillera era nacional y un monopolio del Estado, pero en más de dos años no se había buscado una solución.

En el último Congreso de la UGT, los obreros cerilleros habían presentado varias proposiciones que se aprobaron para que se reclamase a los poderes públicos una serie de medidas. Las dos principales tenían que ver con una clara renovación tecnológica, dotando a las fábricas de utillaje moderno, en aras de la productividad, y con la derogación del real decreto que elevó el precio de las cerillas.

Pero Oliveira planteaba una tercera medida para intentar solucionar la crisis, y en clave social. Había que un Comité Paritario de ámbito nacional. Dicho Comité podría estudiar y llevar a cabo soluciones. En dicho Comité, como era preceptivo, estarían los representantes de la Compañía y los de los obreros. A pesar de las lógicas diferencias ideológicas, Oliveira consideraba que parecía difícil no encontrar acuerdos en bien de los intereses generales.

Era evidente que Oliveira era un convencido de los beneficios de los Comités Paritarios, en línea con lo defendido por la UGT. El Comité Paritario no solamente servía, siguiendo a nuestro protagonista, para regular las condiciones de trabajo y abordar los problemas de régimen interior de una industria o sector productivo, sino también para procurar mejorar la industria en beneficio de todos.

Era urgente, por lo tanto, crear el Comité paritario de la Industria Cerillera. Hemos trabajado con el número 6381 de El Socialista, de 23 de julio de 1929, con el Diccionario Biográfico del Socialismo Español, y con la página web de “Fototipias de las cajas de cerillas españolas” en la parte de Historia y en materiales de referencia.

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