Las dificultades del aprendizaje industrial en los años veinte

Historia

En los años veinte el movimiento obrero socialista español se preocupó especialmente por la cuestión del aprendizaje y la formación de los jóvenes trabajadores, impulsando iniciativas propias y demandando una adecuada formación profesional. En este contexto queremos acercarnos a un planteamiento concreto sobre la situación de los aprendices a raíz de una iniciativa suiza en 1928.

 

Al parecer, el Cantón de Berna había acordado prohibir la admisión de aprendices en las fábricas y talleres donde el patrono no pudiera acreditar una capacidad profesional suficiente para enseñarles.

Esta decisión motivó una detallada reflexión en El Socialista porque se consideraba que era una práctica constante en todo tipo de centros de trabajo que se admitiese a muchachos para que comenzasen a trabajar intensamente sin preocuparse de sus aptitudes y sin que se les formase, es decir, constituían una mano de obra joven muy barata. Cuando estos aprendices alcanzaban cierta edad y exigían sus salarios completos se les despedía, y sus puestos eran ocupados por nuevos adolescentes.

Los socialistas denunciaban que los patronos españoles había abusado mucho de la figura del aprendiz, aprovechando la miseria de las familias españolas necesitadas de colocar muy pronto a sus hijos. Pero en los años veinte se hablaba mucho de la racionalización en el trabajo. La clase patronal defendía la importancia de la capacitación profesional, pero no hacía nada práctico, es decir, no invertía en la formación, en crear escuelas profesionales donde adquirir dicha formación y/o perfeccionar la que se poseía.

Por otro lado, los socialistas se hacían eco de la revista El Trabajo Nacional de la patronal catalana donde se hablaba de la orientación y selección profesional, recogiendo opiniones de especialistas extranjeros, y donde se daban consejos a los empresarios sobre la selección de obreros, a través de un médico y de un perito profesional. Pero esos exámenes se consideraban injustos porque pretendía nada más que se contratase a trabajadores para explotar su salud, pero lo que era más grave tenía que ver con lo que les ocurría a los candidatos a los que no se les considerase aptos. La racionalización o la pretendida organización científica del trabajo podían convertirse en un pretexto para organizar mejor la miseria de los trabajadores.

Hemos trabajado con el número 6013 de El Socialista.

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