La educación para la UGT en 1920
El XIV Congreso de la UGT, celebrado en Madrid en 1920, dedicó especial atención a la enseñanza. En este artículo recordamos las resoluciones que se tomaron, y que pasaron por el establecimiento de un sistema educativo que garantizase el acceso a todos y todas.
Las resoluciones tenían en cuenta la moción sexta del Comité Nacional del Sindicato y la proposición de la Asociación General de Maestros, así como las propuestas del Sindicato Metalúrgico de Bizkaia, Agrupación de Cuenca y Agricultores de Villena.
La UGT consideraba como principio fundamental en el que debía basarse la enseñanza pública el derecho de todos al máximo de educación y a los medios necesarios para poder alcanzarla plenamente. Este era el pilar que informaba la filosofía educativa del Sindicato, y que desarrollaba en seis aspectos.
El primer punto insistía en la necesidad de que no debía existir en materia educativa ninguna limitación por motivos socioeconómicos, por lo que todos los centros docentes, desde el Jardín de Infancia hasta la Universidad, debían estar abiertos para todos. La enseñanza pública, por lo tanto, debía ser gratuita, y el Estado debía proveer las becas de estudios para los que no tuvieran medios.
En segundo lugar, se defendía un principio que siempre informó a los socialistas en relación con la educación, y que no era otro que el de la “unidad continua y progresiva en todas las instituciones docentes” porque una era la personalidad humana y una también la función educativa. Por eso, las barreras que en ese momento separaban la primera de la segunda enseñanza, y ésta de la superior y especial debían ser suprimidas con el fin de que el alumno de primaria pudiera llegar hasta la superior sin interrupciones.
Eso no era obstáculo -el tercer punto- para admitir que eran necesarias las especializaciones que la vida profesional exigía, pero se debían hacer únicamente según las “condiciones naturales” de los alumnos y no en función de su posición socioeconómica, como ocurría en ese momento, es decir, que no debía haber estudios o etapas educativas destinadas a hijos de la burguesía y otros para los de la clase obrera.
El cuarto punto tenía que ver con el anterior, ya que la UGT defendía que para dignificar el trabajo manual y utilizar todo el valor pedagógico que encerraba los planes educativos debían incluir la enseñanza manual en todos los establecimientos docentes, aunque sin especialización profesional en los grados primarios, y debía ser una enseñanza obligatoria.
Si se planteaba una unidad en el sistema educativo la UGT creía consecuente la defensa de la misma en relación con el personal docente, que debía tener una preparación, un trabajo y una remuneración semejantes, diferenciándose únicamente por la especialidad de sus funciones.
La sexta resolución tenía que ver con la necesidad de que la enseñanza en todos los grados debía ser laica.
Pero la UGT no solamente estableció unos principios generales sobre cómo debía ser la educación, también planteó la necesidad de adoptar unas medidas de inmediata aplicación, en tanto no se pudieran aplicar esos principios.
El primer objetivo era conseguir que ningún hijo del pueblo se quedara sin recibir educación elemental, por lo que había que conseguir que se levantasen treinta mil escuelas, que eran las que se calculaban como necesarias para conseguir dicho objetivo.
Los recursos necesarios para construir las escuelas debían salir de un presupuesto extraordinario, sacado de un impuesto progresivo sobre la renta y el capital.
Las escuelas a crear, así como las existentes que se pudieran utilizar, debían reunir las condiciones que requería la educación moderna, especialmente en materia de infraestructuras e instituciones escolares complementarias.
En el momento que se contara con todas las escuelas debía hacerse efectivo que la educación debía ser obligatoria.
Para erradicar el analfabetismo de los adultos debía hacerse obligatoria la asistencia a clases de adultos, restándose para ello las horas necesarias de la jornada diaria de trabajo.
A los alumnos que terminaran la primaria había que ofrecerles las facilidades necesarias para proseguir su educación, por lo que había que levantar en las capitales de provincia y en las principales localidades escuelas técnicas elementales, siendo gratuitas las mismas, pero también la enseñanza que se recibía en los Institutos de Segunda Enseñanza. Además, había que establecer un sistema de becas.
En los planes educativos debían tenerse en cuenta las condiciones sociales y económicas de cada zona en relación con el establecimiento de una determinada enseñanza técnica manual, es decir, que debía adaptarse a esa realidad.
Había que organizar bibliotecas populares, cursos de conferencias, campos de juego, representaciones teatrales, audiciones artísticas, etc. para que el pueblo pudiera gozar gratuitamente de los beneficios de la literatura, la ciencia y el arte, en una suerte, no cabe duda, de precedente de las Misiones Pedagógicas.
La coeducación debía ser introducida en todos los centros educativos.
Se concedería la autonomía pedagógica a todos los centros, dándose intervención en ellos y en la administración de la enseñanza a los Sindicatos de técnicos y de obreros en lo referente a la parte profesional y social.
Debía atenderse a la mejora de la formación del personal docente por medio de cursos de ampliación y visitas a los centros educativos del extranjero.
Había que respetar la conciencia del docente, por lo que estaría eximido de dar clase de religión. El personal de todos los centros educativos y de beneficencia debía ser laico. La remuneración del personal docente tenía que ser, al menos, igual a la de los demás funcionarios públicos.
Hemos consultado las resoluciones del Congreso de la UGT en el número 3581 de El Socialista, de 2 de agosto de 1920.
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