La explotación de los trabajadores de la limpieza del Metro madrileño (1926)
En octubre de 1926 se publicó un detallado informe crítico en El Socialista sobre la situación de los trabajadores y trabajadoras de la limpieza en las estaciones del Metro de Madrid.
El informe planteaba, como veremos, una situación muy dura, ocasionada por el sistema de arriendo y subarriendo del servicio de limpieza.
La jornada laboral de los limpiadores y limpiadoras comenzaba a las once y terminaba a las siete de la mañana. Al parecer, el retraso a la hora de presentarse en el trabajo era duramente sancionado con pérdida de entre tres o cuatro días de empleo y sueldo. Eso tenía que ver con que el servicio de limpieza estaba arrendado por la Compañía del Metropolitano por una cantidad mensual, existiendo, a su vez, el subarriendo del servicio. El informe interpretaba que esos duros castigos eran una forma de acumular para conseguir beneficios por parte de los arrendatarios y subarrendatarios. Podían trabajar entre doce o catorce trabajadores menos como media diaria, y a veces había más castigados, pudiendo haber suspensiones de hasta veinticinco días. Otra consecuencia de este sistema tenía que ver con que los trabajadores y trabajadoras que quedaban tenían que realizar la totalidad del servicio, con amenaza de multa o despido.
Las estaciones y escaleras se barrían todas las noches, pero no se lavaban más que cada ocho días. El personal de barrido era escaso. El personal dedicado al lavado estaba constituido por un grupo de ocho personas de ambos sexos, la denominada “brigada de fondo”.
Si faltaba personal de barrido era suplido con los de esta brigada. Si por falta material de tiempo o por cansancio de unos trabajadores que, como vemos, estaban desbordados, se sancionaba a los que no cumplían.
El trato, como vemos, según este informe, era inhumano. Se había detectado, además que el encargado de entregar el material de limpieza, cuando se le pedían utensilios, reaccionaba violentamente. Se entregaba una cantidad muy pequeña de jabón, ya que cada onza debía durar tres días. Era otra forma de arañar gastos para conseguir el beneficio. El informe no sólo denunciaba estas condiciones laborales sino también los salarios. El personal masculino cobraba 4’66 pesetas, y el femenino, 3,25. Pero, aún había otro capítulo en esta situación de intensa explotación que buscaba, como estamos comprobando, el beneficio, sancionando al personal, y arañando salarios. Algunas veces este personal de limpieza tenía que acudir a los talleres de la Compañía para suplir plazas vacantes. La Compañía pagaba al contratista de la limpieza por cada jornada realizada por estos trabajadores y trabajadoras la cantidad de 6’50 pesetas, pero solamente recibían cinco pesetas, quedándose, por lo tanto, con 1’5 pesetas por obrero/a.
Hemos empleado como fuente el número 5532 de El Socialista, de 28 de octubre de 1926. En El Obrero hemos trabajado con algún artículo sobre el sindicalismo en los inicios del Metro madrileño, como podrá comprobar el lector interesado en la Hemeroteca de este medio.
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