Maltrato y explotación de las guardabarreras en la España de los años veinte
José Ramón Gómez Osorio, uno de los socialistas gallegos más destacados, ebanista y ferroviario, y que llegaría ser diputado, además de desempeñar importantes responsabilidades sindicales y dentro del Partido, siendo fusilado en la cárcel de Porlier en 1940, publicó en el verano de 1930 en El Socialista un artículo denunciando la situación de las mujeres guardabarreras en España, un sector laboral femenino no muy conocido en nuestro país.
Para Gómez Osorio estas trabajadoras constituían uno de los sectores que más sufrían por parte tanto de las Compañías Ferroviarias como por parte de los particulares, olvidando que sobre estas mujeres recaía una enorme responsabilidad. Los pasos a nivel (un asunto sobre el que hemos escrito en estas mismas páginas de El Obrero) eran lugares de peligro, que las mujeres guardabarreras tenían que evitar. Su celo y el cuidado que ponían era la garantía de seguridad para el transporte en carretera, por ferrocarril y para los peatones. Estas mujeres eran objeto de no pocas burlas y padecían un verdadero acoso por parte de peatones y automovilistas. Y cuando había accidentes se las responsabilizaba de los mismos.
En relación con las Compañías, Gómez Osorio consideraba que las trabajadoras eran para muchos de los distintos responsables de las mismas casi lo mismo que el material ferroviario, es decir, igual que vías, raíles, tornillos o traviesas.
Las mujeres guardabarreras no recibían los beneficios de la legislación social ya existente en la España de los primeros decenios del siglo XX. Existían una Real Orden de 17 de octubre de 1921 que establecía que los guardabarreras encargados de los trenes de noche habrían de ser hombres necesariamente, mientras que los de día podían ser mujeres, recordando que debía cuidarse del “estricto cumplimiento de las leyes tutelares de la mujer obrera”, siguiendo el conocido paternalismo de la legislación social sobre la mujer trabajadora.
Gómez Osorio ponía como ejemplo del incumplimiento de la ley lo que hacía la Compañía Nacional del Oeste de España, porque no respetaba, al parecer, la jornada de ocho horas, ni lo legislado sobre horas extraordinarias, ni los descansos quincenales, obligando, por lo demás, a trabajar hasta 24 horas seguidas, con trenes de día y de noche por cinco reales de jornal, llegando a regatear el aceite necesario para los faroles de servicio. Si alguna de las guardabarreras se descuidaba en cubrir el paso de un tren nocturno, a pesar de que las mujeres no tenían obligación legal de prestar ese servicio, era multada. Las sanciones solían ser de seis pesetas con cuarenta y cinco céntimos, lo que suponía más de cinco días de jornal.
Hemos trabajado con el número 6707 de El Socialista, de 7 de agosto de 1930.
Artículos relacionados
- Una exhortación a las mujeres trabajadoras en 1904
- Las trabajadoras del sector aceitunero y el salario mínimo en 1969
- Explotación de mujeres y niños en las fábricas norteamericanas en los años ochenta del siglo XIX
- Los socialistas ante las afiliaciones de trabajadoras (1891)
- La situación de las trabajadoras de la fábrica de conservas vegetales del Grao (1908)