¿Por qué escribimos sobre la historia de las trabajadoras y los trabajadores?

Historia

En la sección de Textos Obreros el amable y sufrido lector de El Obrero recibe cada día artículos de historia sobre protestas obreras (mítines, asambleas manifestaciones, escritos…), formación de sociedades de socorro y resistencia, actividades en Casas del Pueblo, reflexiones sobre salarios, jornadas y condiciones laborales, opiniones sobre legislación social en artículos y conferencias de líderes obreros, sobre formación y desarrollo de cooperativas, biografías de luchadores y pensadores, etc., tanto de nuestro país, como de fuera. En muchas ocasiones se trata de temas muy concretos y otros, en cambio, son más generales. Pero, ¿por qué nos empeñamos en esta cuestión? Es evidente que se trata de una clara opción como historiador social, tiene que ver con el interés que se despertó hace tiempo en este obrero de la Historia hacia las clases denominadas humildes, trabajadoras, y también hacia los marginados y perseguidos.

 

Los historiadores elegimos nuestros temas de investigación por especiales y determinadas sensibilidades, para intentar aportar algunas luces sobre el pasado de unos o de otros, procurando entender un poco el presente y, especialmente, aportar materiales y reflexiones con el fin de construir proyectos de futuros distintos y mejores. Se trata de un ejercicio que se realiza cada día intentando siempre mantener la serenidad y el respeto hacia las fuentes, con el fin de hacer interpretaciones que procuren alejarse de la tendenciosidad, del verbo encendido, pero también de las falsas y tramposas equidistancias.

Por otro lado, además, investigando sobre estas cuestiones este historiador ha descubierto que cada día aprende más y más del esfuerzo de quienes en el pasado intentaron mejorar con sus ideas y sus acciones la suerte de sus semejantes, así como de esos hombres y mujeres que trabajaban diez o más horas, recibían salarios de hambre, vivían hacinados en viviendas insalubres, no podían mandar a sus hijos a la escuela y tenían que enviarlos al taller, a la mina o a la siembra para completar unos ingresos escasos e inseguros, de emigrantes que cruzaban el Océano apiñados en camarotes colectivos, de mujeres que trabajaban a destajo en sus domicilios en jornadas interminables, de ancianos sin retiro, de muchachos atacados por la tuberculosis sin remedio, de parados sin seguros, de jornaleros perseguidos, de enfermos y parturientas sin médicos, de jóvenes enviados a las guerras, de escuelas rurales heladas, de heridos y muertos en manifestaciones, en fin, si lo pensamos bien, de casi toda la población durante toda la historia española y mundial, aunque, por nuestra parte, nos centremos más en la época contemporánea.

Por fin, me considero un privilegiado por disponer de un medio para poder realizar este trabajo cada día y ponerlo a disposición de todo el mundo que desee acercarse al mismo. Nunca es una labor onerosa, ni una obligación impuesta por nadie como la que si tenían sobre ellos esos trabajadores y trabajadoras que debían laborar duramente para poder malvivir. Por ellos y ellas, que parecen olvidados por pertenecer a eso que se han denominado “las masas” merece la pena el esfuerzo cotidiano de dar a conocer sus vidas, sus empeños, sus penares, sus derrotas, pero también sus victorias. Sin lugar a dudas, ellos y ellas nos dan más de lo que les ofrecemos en estos textos, nos enseñan como era la vida y cómo se podía mejorar o cambiar, lecciones de un valor incalculable.

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