La enseñanza de la Historia y el patriotismo en la escuela para Juan B. Justo en la Argentina
Juan Bautista Justo (1865-1928) es una figura capital en la Historia de la Argentina y del socialismo. Médico, periodista y político fue el fundador del Partido Socialista de Argentina y de La Vanguardia, así como de la cooperativa El Hogar Obrero.
El periódico español El Socialista insertó en agosto de 1916 un artículo del destacado socialista argentino sobre qué Historia debían aprender los alumnos de primaria. Aunque hay alusiones evidentes a la propia realidad argentina, mucho de lo que allí se dice se puede extrapolar, y abunda en lo que llevamos un tiempo estudiando sobre las alternativas del socialismo a la enseñanza de la Historia, además de plantear un sentido distinto del patriotismo clásico.
Juan Bautista Justo fue solicitado por una directora de una Escuela Superior de Buenos Aires para que ofreciera su opinión acerca de la enseñanza de la Historia en la escuela primaria. Al parecer, la directora aspiraba a formas niños patriotas, “en el mejor sentido de la palabra”, algo que alababa el socialista, que consideraba que el patriota era toda persona solidaria con la propia nación. La obra solidaria para con el propio pueblo se cumplía por parte de la mayoría de las personas en el campo de las “actividades ordinariamente fecundas y tranquilas”. Había, por lo tanto, un gran número de patriotas sin saberlo: las madres, los productores, los inventores, o los organizadores de la economía. Su gran virtud era, precisamente, la ignorancia en relación con su patriotismo.
Los niños en la escuela debían ser patriotas sin saberlo. Debían dedicarse a sus estudios con el fin de que pudieran ganarse la vida de forma honesta e inteligente, trabajando por su propio bien y por el de la comunidad. Como vemos, este patriotismo estaba muy alejado del tradicional sobre gestas, batallas, etc.
En consecuencia, la enseñanza de la Historia en la escuela debía contribuir a dar ese “patriotismo sin palabras”.
Justo era consciente de la dificultad para que los alumnos alcanzasen un concepto completo de la Historia de la humanidad y de la Argentina, porque eran todavía niños, pero sí podían conocer las “fuerzas intencionales y conscientes que obran por encima de los instintos, y que son las fuerzas propiamente históricas”.
La más fundamental de estas fuerzas era la técnica productiva y la organización de los hombres para la producción y el cambio, y eso podrían conocerlo si se enseñaba bien, con láminas, proyecciones y presentación de objetos para hacer experimentos. Estamos viendo, por lo tanto, como Justo defendía que había que enseñar otra Historia, alejada de la tradicional sobre esas mencionadas gestas y batallas, aunque sobre esta cuestión volveremos más adelante. Por otro lado, es interesante su apunte sobre una didáctica más moderna.
Para Justo era muy importante que los niños conocieran los primitivos modos de trabajar, precisamente en ese momento cuando se había descubierto que en Argentina había indígenas.
Este trabajo con los indígenas sería muy instructivo para poder comparar la técnica de los “aborígenes” con la de los españoles y portugueses del tiempo de la conquista. Además, podría ser muy beneficioso que conocieran las formas sociales de solidaridad entre los indios y entre sus dominadores blancos. Todo eso serviría para que los niños argentinos conocieran la guerra de la conquista, con la superioridad que dieron a los conquistadores el caballo y las armas de fuego.
Tema complicado para enseñar era el de la política, con sus partidos y conflictos, aunque creía que la época de la independencia argentina era un episodio “transparente y sencillo”, y podía ser fácilmente comprendido por los niños en su “motivo esencial” que, según nuestro intelectual, era la aspiración a la libertad de comercio.
También podía ser muy instructivo el estudio comparativo de la religión de los indígenas con la de los europeos.
¿Y qué ocurría con los héroes? (volvemos a lo que hemos mencionado al principio). Justo creía que debían ser recordados con honor, pero, sobre todo los de las “actividades fundamentales”, es decir, los introductores en el país de las especies animales que después se han criado, así como de los vegetales que se cultivaban, los hombres que habían revolucionado los transportes, los que habían “aclimatado” en Argentina las prácticas del comercio moderno…, es decir, los que habrían colaborado en la obra nacional. Sí debían recordarse a los héroes del gobierno y de la milicia, pero, por lo que vemos, en función de los otros, por el trabajo que hubieran realizado para preparar el terreno para la “acción decisiva de los otros”. Además, a los niños había que presentar a los héroes bajo su aspecto verdadero y humano.
Hemos trabajado con el número 2633 de El Socialista, de 5 de agosto de 1916.