Los socialistas ante los salarios en la España de 1928
Los socialistas realizaron un análisis de los datos estadísticos oficiales de los salarios que se cobraban en la España de 1928 para denunciar que eran muy bajos, “ínfimos”, como se tituló el artículo publicado en noviembre de dicho año.
En esta pieza nuestra nos hacemos eco de dichos salarios, que se presentaron por sexo.
Los datos de los salarios masculinos que se aportaban eran de distintos sectores, pero vinculados a trabajos físicos todos ellos. Un peón cantero de Jaén cobraba por una hora de trabajo 45 céntimos, unas 3’60 pesetas de jornal, los días que trabajaba. Un sillero de Huelva ganaba 44 céntimos por hora. Un peón ferroviario de la misma provincia percibía 37 céntimos. Un peón en la elaboración de vinos de Álava, 35 céntimos la hora. Un corchotaponero de Badajoz, por su parte, tenía 37 céntimos por hora. En Barcelona un peón hojalatero perciba 37 céntimos. Un peón hilador mecánico en Valencia ganaba 33 céntimos, es decir, 2’64. Con esos salarios parecía imposible, en la denuncia, poder alimentarse.
Pero si los jornales de los trabajadores eran bajos, los de las trabajadoras eran calificados de miserables. Una hiladora de cáñamo en Valencia percibía por hora de trabajo 15 céntimos. Lo mismo ganaba una lavandera almeriense y una alpargatera de Huesca. Una zapatera en Toledo recibía por hora de trabajo la cantidad de 18 céntimos. Una obrera en el sector de la piel en Madrid cobraba 31 céntimos.
Cierto era que había otros trabajos con salarios más altos, como el de los obreros que preparaban licores y jarabes en Madrid con 81 céntimos la hora, pero seguía siendo un jornal bajo porque estos trabajadores eran considerados como obreros cualificados, y según el Ministerio de Trabajo tenían que percibir 1’24 pesetas la hora.
Al final, se llegaba a la conclusión que la media salarial estaba en 50 céntimos por hora de trabajo en España en 1928, es decir, cuatro pesetas de jornal, algo completamente insuficiente. Los socialistas, en esta denuncia pública, solamente encontraban un motivo de satisfacción, y no era otro que el que los datos oficiales confirmaban sus consideraciones y quejas.
Hemos trabajado con el número del 2 de noviembre de 1928 de El Socialista.