Los Montepíos en el siglo XVIII
En la época del despotismo ilustrado en España se desarrollaron los montepíos, instituciones que, en realidad, eran de dos tipos. En primer lugar, estaban los montepíos de socorro y después los de crédito. Intentemos estudiar ambos.
Los montepíos de socorro acumulaban fondos que salían de descuentos realizados en los sueldos o haberes de un grupo funcionarial o profesional para poder afrontar la vejez, las enfermedades y las pensiones de viudas y/o huérfanos. Estos montepíos supusieron un cambio importante en la historia de la atención social. Frente al modelo barroco de la caridad, fomentado por la Iglesia a través de cofradías, fondos píos y otras instituciones, los ilustrados plantearon más el concepto de beneficencia o de fraternidad. No se trata de un proto-estado del bienestar, ya que no nacen dentro del aparato del Estado, aunque éste los apoye claramente, ni tan poco buscan redistribuir la riqueza, pero sí suponen una nueva forma de abordar las contingencias de la vida, secularizando la atención e implicando directamente a los posibles beneficiarios, antes de que se crearan las sociedades de socorros mutuos muy vinculadas a una etapa primigenia del movimiento obrero del siguiente siglo. Los militares fueron los primeros que emplearon la nueva fórmula, con la creación de un montepío en 1761. También los marinos y muchos cuerpos de funcionarios fueron creando estos montepíos. En el ámbito de las profesiones liberales también abundaron, y hasta en los sectores productivos en el mundo comercial y artesanal.
El montepío de crédito tenía otra finalidad, la económica. Se pretendía que fueran instituciones que fomentasen la producción por medio de anticipos sin interés a campesinos para comprar semillas, aperos y afrontar gastos de las explotaciones agrarias. También se atendía a artesanos. Los fondos provenían de los espolios y vacantes eclesiásticas. Hubo montepíos de crédito en los arzobispados de Valencia y Zaragoza. El de Málaga atendía a los campesinos. En Granada hay que destacar el que se creó para apoyar a los manipuladores de la lana en el Albaicín. En Galicia los atendidos fueron los pescadores.