La regulación del trabajo a domicilio, mayoritariamente desempeñado por mujeres, no se reguló hasta la Dictadura de Primo de Rivera con un Real Decreto de 26 de julio de 1926. Antes hubo intentos de hacerlo, en 1918, 1919 y 1921-22. Este asunto movilizó al sindicalismo socialista en distintas ocasiones, al considerar que las trabajadoras sufrían una dura explotación salarial y unas terribles condiciones laborales de jornadas interminables al no aplicarse la legislación laboral general. Pues bien, en este artículo nos acercamos al primer intento de regular este sector, que ocupaba, en las ciudades españoles a un considerable número de trabajadoras desde el siglo anterior. El sindicalismo femenino socialista intentó movilizar a estas trabajadoras, un asunto muy complejo porque era un trabajo que se realizaba en los domicilios y no en centro fabriles ni talleres, lo que dificultaba la acción sindical, pero, además, porque ocupaba a amplios sectores de mujeres de clase media baja, las cuales no se consideraban obreras, a pesar de su clara proletarización.