Cuando llega el mes de marzo recordamos siempre las celebraciones que el socialismo español realizó año tras año de la Comuna de París, y que podemos consultar en la Hemeroteca Digital de este periódico de El Obrero.
El 18 de marzo de 1921 tuvo lugar un acto de homenaje en la madrileña Casa del Pueblo. Allí hablaron Francisco Mora, Manuel Cordero Julián Besteiro, Antonio Fabra i Riba, y cerró el acto Francisco Largo Caballero. Este año nos fijamos en el socialista catalán.
Fabra i Ribas planteó su intervención sobre la idea de que la Comuna había sido la primera vez que el proletariado había ejercido su dictadura. Pero, además, dicho movimiento sería de carácter socialista por las siguientes medidas que se tomaron: inventario (debe referirse a intervención) de los talleres abandonados, abolición del trabajo nocturno en la panadería, autonomía municipal, y supresión del ejército y del funcionariado.
La dictadura del proletariado, ejercida por los sublevados, había sido, en opinión de nuestro protagonista, de carácter democrático. En este sentido, los nuevos funcionarios habían sido nombrados por el pueblo por medio del sufragio universal. Fabra citaba a Marx al afirmar que la forma de gobierno de la Comuna tuvo un carácter expansivo, mientras que las formas anteriores habrían sido, esencialmente, “represivas”, en alusión, en nuestra opinión, al carácter moderno que suponía el movimiento obrero en relación con las protestas o revueltas producidas antes, porque la Comuna suponía un gobierno de la clase obrera.
El fracaso de la Comuna, por su parte, se habría debido a la falta de organización del proletariado y al escaso desarrollo de su conciencia de clase, una explicación, como vemos, en clave marxista.
Fabra i Ribas se detuvo en su charla en la cuestión de la dictadura del proletariado porque se estaba en el momento final del debate en el seno del socialismo español en relación con la aceptación o no de las condiciones de la Tercera Internacional. Para el socialista catalán la dictadura del proletariado no podía ser ejercida mas que por un régimen de mayorías, ya que la experiencia histórica demostraba que toda oligarquía, toda dictadura de la minoría, se convertía en abuso, en tiranía a favor de los intereses y las concepciones particulares, un argumento que se había empleado, entre varios, precisamente, para no aceptar las condiciones comunistas, por parte de sus detractores en el seno del PSOE. El propio Fabra aludía a que la Revolución rusa no podía se considerada como el “patrimonio de una fracción socialista”. La dictadura ejercida por un partido sería antimarxista. Y, en este sentido, llegó a leer textos de Rosa Luxemburgo donde rebatía a Lenin. Para el orador la revolución socialista se distinguía de las demás en que se practicaba en nombre de la mayoría y en provecho de todos frente a las revoluciones burguesas, que eran de minorías.
El marxismo sería, al final de la charla de Fabra i Ribas, la “tabla de salvación del proletariado”.
Nuestra fuente ha sido el número 3777 de El Socialista, de 19 de marzo de 1921.