Aprobada la jornada de las ocho horas en España, siguió habiendo polémica sobre la misma, luchas y conflictos para que se implantara en todos los sectores porque se presentaron incumplimientos, y se intentaron plantear excepciones en algunos sectores. Quizás está por hacer la historia de la jornada de las ocho horas en España después de haberse implantado. Pues bien, en este contexto, acudimos al republicano Marcelino Domingo que, en las páginas de El Socialista, en el verano de 1921 expuso las razones de empresarios y obreros en relación con la jornada de ocho horas, que nos aporta información sobre que planteamientos había entre ambos sectores de la mano de este destacado político español de izquierdas, maestro, y que luego sería el primer ministro de Instrucción Pública de la República, aportando su propia interpretación. El tema central de la cuestión tratada en este artículo no pasaba por el análisis de las consecuencias económicas o laborales de la implantación de la jornada de ocho horas, sino en relación con el tiempo del no trabajo, con la parte aquella del ocio de la clásica división de ocho horas para el trabajo, ocho para el descanso y ocho para el ocio.