La preocupación por el orden público en la España liberal
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La cuestión del orden público siempre ha sido una preocupación de todo poder establecido.
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La cuestión del orden público siempre ha sido una preocupación de todo poder establecido.
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La aparición de las elecciones se asocia al liberalismo al surgir la necesidad de la representación nacional frente a la representación estamental o por sectores y corporaciones del Antiguo Régimen. En España este paso se da en las Cortes de Cádiz. La primera convocatoria electoral, con todos los problemas a los que hubo que hacer frente con el país en guerra, se produjo en enero de 1810 por parte de la Junta Central para formar Cortes. Este hecho es fundamental porque marca el inicio de la Revolución liberal en España. También se acompañó de la primera normativa electoral para elegir a los diputados. Esta disposición convocaba, junto a los diputados de las ciudades que habían enviado sus representantes a las Cortes de 1789, las últimas del Antiguo Régimen, a un diputado elegido por cada Junta provincial nacida a raíz del levantamiento contra los franceses en 1808, y a otros 208 diputados. Los requisitos para poder votar eran ser varón mayor de 25 años y contar con “casa abierta”.
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La sublevación de La Granja, acontecida en el 13 de agosto de 1836, fue un suceso clave en la Regencia de la Reina Gobernadora, en la minoría de edad de la reina Isabel II. Fue protagonizada por los sargentos de la Guardia Real para obligar a la regente María Cristina a jurar la Constitución de 1812, contra el gobierno de Istúriz, y terminar con el sistema político, harto conservador, del Estatuto Real de 1834.
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Juan Bravo Murillo nació en Fregenal de la Sierra, provincia de Badajoz, en el año 1803. Estudió Teología y Derecho. En 1825 obtuvo la Cátedra de Filosofía en Sevilla, aunque terminaría marchándose a Madrid para seguir una brillante carrera como abogado, y posicionándose en las filas del liberalismo doctrinario o moderado. Bravo Murillo siempre tendió hacia posicionamientos muy conservadores y hasta autoritarios, concediendo a la administración un papel rector fundamental en el Estado. Podría ser definido como un tecnócrata autoritario.
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Durante el reinado de Isabel II se produjo la división del liberalismo en dos grandes tendencias, moderada y progresista, aunque su origen debe rastrearse en el Trienio Liberal. En este artículo intentaremos acercarnos a las ideas y planteamientos de la primera que, sin grandes variaciones, terminaría siendo la que informaría al conservadurismo de la época de la Restauración.