Los socialistas se convirtieron en una pieza clave en la llegada de la Segunda República, aunque en el proceso previo se reeditaran entre ellos los anteriores recelos hacia los republicanos y ya no tanto por la consideración de su carácter burgués, como por la constatación de sus divisiones y rencillas internas. En todo caso, fueron protagonistas del cambio los ministros Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos, con profundos cambios sociolaborales, económicos y educativos. En este sentido, es muy destacable la labor de Largo al frente del Ministerio de Trabajo con una importante batería legal a favor del trabajo en distintos ámbitos. Por su parte, Julián Besteiro pasaría a presidir el Congreso de los Diputados, después de que el PSOE fuera el partido más votado en las elecciones de fines de junio de 1931 a Cortes Constituyentes. En el debate constitucional sería fundamental la labor de los diputados socialistas, como Luis Jiménez de Asúa, entre otros, y que imprimieron a la Constitución de 1931 un marcado carácter social, en el primer diseño de un futuro Estado del Bienestar.