La visión socialista de la enseñanza primaria en Madrid a fines de los años veinte

Política

La Junta Municipal de Primera Enseñanza del Ayuntamiento de Madrid decidió a principios de 1928 la elaboración de un mapa escolar de la ciudad para conocer las necesidades escolares por distritos. Los socialistas elogiaron esta medida, pero también afirmaron que ponía de manifiesto la incuria del Municipio.

 

Y esta afirmación se basaba en que no había ninguna capital europea que no dispusiera de un servicio de información de sus instituciones escolares, que editaban folletos, estadísticas, gráficos y todo tipo de datos. Pero es más, el propio Ministerio de Instrucción Pública no había dispuesto de este servicio hasta el año 1923.

Los socialistas siempre dieron mucha importancia a la necesidad de que se contara con servicios de información en la Administración, como hemos comprobado para las cuestiones de la vivienda, en un trabajo que publicamos en este mismo medio en relación con la posición en esta materia de Julián Besteiro.

No bastaba con un mapa escolar, opinaba el periódico El Socialista, ya que, aunque fuera interesante, solamente establecería el número necesario de escuelas en cada distrito. Lo que se necesitaría sería establecer una verdadera política escolar, con asesores técnicos en materia pedagógica, que debería disponer el Consistorio. El personal técnico era muy importante para los socialistas, siguiendo el ejemplo de las ciudades suizas y belgas. Ese personal en las oficinas municipales trazaría las líneas directrices de los planes escolares que hubiera que implantar, desde la construcción y emplazamiento de las escuelas hasta la organización de la vida escolar y de sus instituciones complementarias.

Pero esto no ocurría en España, insistimos, porque además, los socialistas consideraban que España tenía una Administración muy centralizada que no fomentaba, precisamente, las iniciativas locales. Pero también se acusaba de incuria a esos poderes locales porque, en todo caso, hasta ese Estado centralista había facultado a los Ayuntamientos para crear escuelas, y no se había hecho mucho. El de Madrid era un ejemplo de esta desidia.

El Ayuntamiento de la capital debía evitar una distribución anárquica de las escuelas. Había que esforzarse en los distritos muy poblados que tenían un crecido problema de escolarización, como eran Congreso, Universidad, Hospital, Latina e Inclusa, frente a otros distritos mas afortunados como Buenavista, Palacio y Centro.

Otra cuestión importante que había que acometer era la de suprimir las escuelas unitarias, que eran caras, malas y que los socialistas consideraban nefastas. En Madrid había 143 escuelas unitarias, instaladas en casas particulares, a la altura de 1928.

El Ayuntamiento pagaba en concepto de alquiler para estas escuelas más de trescientas mil pesetas anuales. Había escuelas que albergaban hasta cuarenta alumnos por las que se pagaban más de diez mil pesetas de alquiler anual. El problema no sólo era este coste económico. Una gran mayoría de estas escuelas estaban instaladas en casas de vecindad, es decir, no en locales propios, careciendo de patios y jardines. Muchas eran oscuras, además, y con graves deficiencias en relación con la ventilación, es decir, que los problemas de hacinamiento y habitabilidad que padecían muchas viviendas en la ciudad se trasladaban a estas escuelas en pisos. Los socialistas se abochornaban de estas escuelas, que habían desaparecido ya de las grandes ciudades europeas.

El Ayuntamiento tenía que construir rápidamente locales propios, ahorrándose los alquileres, que se llevaban los caseros, para invertirlos en los niños. Había que habilitar campos y solares para los juegos infantiles, levantar colonias urbanas permanentes y escuelas al aire libre, poner en marcha una asistencia médico-escolar eficiente, abrir colonias de vacaciones, ampliar el servicio de cantinas (comedores escolares), de roperos, etc.

Pero todo esto no se conseguiría, a juicio del periódico obrero, si no se recibía el impulso de la opinión, del pueblo, como ocurría en muchas ciudades europeas con fuertes mayorías socialistas, que habían hecho de la educación un modelo de perfección. Y prueba del impulso que los socialistas daban a este asunto era el trabajo de la propia minoría socialista del Ayuntamiento de Madrid, por lo que se podía esperar mucho del Partido Socialista cuando le fuese confiada la tutela de las escuelas madrileñas por voluntad popular.

Hemos trabajado con el número 5952 de El Socialista, de 7 de marzo de 1928. Recordemos, en este sentido, la importancia que siempre dieron los socialistas al trabajo municipal, como hemos demostrado en varios trabajos publicados en El Obrero, y en las obras, que tanto consultamos y citamos de Santiago Miguel Salanova.

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