Ante el otoño de 2022 mirando de reojo al de 1922
Aunque siempre hemos procurado ser muy cautos con los paralelismos históricos porque las circunstancias siempre son cambiantes, sí queríamos hacer notar que estamos a punto de entrar en otoño, con una crisis económica en puertas y con sus correspondientes consecuencias sociales, que, a buen seguro, van a crear dificultades a la población, sobre todo a la más vulnerable, pero también a la que tiene más medios para vivir. Y ¿eso qué tiene que ver con la Historia? Pues porque estamos a cien años de otra grave crisis y de un acontecimiento que cambió la Historia de Italia, pero también de Europa y el mundo.
Nuestra crisis actual no es como la de la posguerra mundial a comienzos de los años veinte, eso es seguro. Obedece a otras causas, aunque haya también un conflicto bélico por medio. También hoy existen más y mejores medios para combatirla, y porque la Europa de 2022 tiene un sistema institucional y económico mucho más elaborado que el de la Europa desarbolada por el fin de la Gran Guerra.
Estamos de acuerdo, pero siempre nos queda un temor latente porque, casualidades de la vida, en ese otoño, y retomamos lo que dejamos más arriba solamente enunciado, pasó algo muy significativo no muy lejos de la península Ibérica, y que tuvo mucho que ver, entre otros factores, con el económico.
Efectivamente, el fascismo, gracias a la connivencia de determinados sectores sociales y políticos, que ofrecieron todas las facilidades del mundo, llegó al poder de la mano de Mussolini después del espectáculo que montó con la Marcha a Roma. ¡Anda!, si, además, estamos en puertas de unas elecciones en el país vecino y amigo donde es muy posible que las derechas más derechas alcancen el poder también, eso sí es con los votos, y no con aquellos bastones para hacer daño a las personas y los bienes, cuando no para asesinar impunemente. Pero, es derecha radical, a fin de cuentas.
Este artículo solamente es una llamada de atención, de que pensemos que, a pesar de las indudables diferencias entre la Europa y la Italia del otoño de 2022 con las de 1922, se nos despiertan temores, malestares, desazones porque las extremas derechas están ahí, con medios remozados, actualizados y, además, sin el componente social del fascismo pasado, sino con un neoliberalismo salvaje encajado con fuerza con un renovado hipernacionalismo.
Como historiador y ciudadano, no estoy contento, no estoy asustado, pero sí, visiblemente preocupado.
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