¿Reformistas o revolucionarios?: reflexionando con Ernest Paul Graber
Publicado en Política
Hoy proponemos a los amables lectores un ejercicio sobre la dicotomía entre reformistas y revolucionarios de la mano de Ernest Paul Graber.
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Hoy proponemos a los amables lectores un ejercicio sobre la dicotomía entre reformistas y revolucionarios de la mano de Ernest Paul Graber.
Publicado en Historia
En 1910, Daniel Anguiano Mangado (1882-1963) todavía no era el protagonista que llegó a ser en el PSOE. Había ingresado en la UGT en 1907 y en la Agrupación Socialista en 1908. Su primer hecho importante en el seno del socialismo tendría lugar en octubre de 1910 cuando participó en un mitin en el madrileño Teatro Barbieri contra la guerra que le costó tres meses de cárcel. En el campo sindical habría que destacar en esa época su participación en la fundación en 1909 de la Unión Ferroviaria. En la hemeroteca de El Obrero encontrará el lector distintos artículos sobre este personaje, capital en la historia de la izquierda española.
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Louise Auguste Blanqui (1805-1881) es un personaje que posee muchas facetas susceptibles de interés para el historiador social, como conspirador, y por ende, el más genuino representante de la fase conspirativa de la historia del movimiento obrero, como infatigable revolucionario, por su legado de tanta influencia en una parte del socialismo francés a través del denominado blanquismo, y por su aportación sobre el concepto y desarrollo en sí de la revolución, y que ejerció su influencia en una parte de la teoría de Lenin.
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En este artículo bucearemos en la participación de la mujer en la Revolución francesa y su lucha por la igualdad política, así como el balance final de lo que establecieron los revolucionarios sobre dicho papel.
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En junio de 1921 el viejo líder socialista escribió un texto titulado “El hambre”, en el que estudiaba si esta necesidad creaba o no revolucionarios. En el primer aniversario de su muerte, en diciembre de 1926, El Socialista reprodujo dicho texto. El interés en que rescatemos este trabajo reside en que Pablo Iglesias planteó la diferencia entre motines y revoluciones tomando como eje el hambre, pero, sobre todo, porque quiso demostrar que los revolucionarios no nacían del hambre, sino de la conciencia de clase, de las ideas.