Una quimera burguesa: de la nación fabulada al Estado imposible
En este apunte queremos reseñar el libro de Joaquim Pisa Carilla, Una quimera burguesa, de la nación fabulada al Estado imposible, breve aproximación al independentismo catalán, que publicó Ushuaia en junio de 2022. Pisa es colaborador asiduo de El Obrero, escritor, viajero, fotógrafo y publicista, y un hombre entregado a la historia social y la antropología cultural popular. Pero esta va a ser una reseña parcial, si se nos permite, dedicada a la parte histórica del breve pero intensísimo libro de Pisa, que es la que más nos ha interesado, es decir la que vincula el nacionalismo con la tergiversación o invención histórica con determinados fines.
La tesis de Pisa está ya clara nada más empezar la introducción cuando nos explica que en el diario catalanista La Reinaxença se insertaba un anuncio en septiembre de 1902 ofreciendo reproducciones de la estatua barcelonesa de Rafael Casanova al precio de 55 pesetas, considerada por dicha publicación como una oferta excepcional. Pero en ese momento el jornal de un trabajador manual en Barcelona era de 3’50 pesetas, frente a las 2’50 pesetas que recibía una obrera, y por jornadas de hasta once horas diarias. Estaba claro, por lo tanto, a que público iba destinada la oferta excepcional. El nacionalismo catalán, por lo tanto, desde sus inicios, para el autor, fue un asunto de burgueses.
Y fue un nacionalismo, como todos, basado en invenciones recientes o sobre supuestas antiguas tradiciones falsas. En este sentido, el autor realiza casi un exhaustivo estudio de la invenciones nacionalistas catalanas, comenzando nada más y nada menos que por el himno Els Segadors, una composición que no tendría mucha antigüedad, a lo sumo de 1899 y sobre un pretendido romance popular del siglo XVII, recogido por el filólogo Milá i Fontanals, al que Pisa califica de gran falsificador de la Historia, especialmente, a través de su supuesto descubrimiento de la novela medieval Curial e Güelfa, nacida en el siglo XV, pero obra del propio filólogo. Con estos materiales contundentes Pisa quiere ya provocar desde el principio con el fin de intentar desentrañar de forma muy crítica el desarrollo del nacionalismo catalán considerado como una patraña, con la culminación de la construcción en nuestro siglo XXI de un nuevo Estado-nación, eso sí, para disfrute de la clase social burguesa, la tesis, repetimos del autor.
El libro acude a citar dos fundamentales obras de Eric Hobsbawm tanto, Las revoluciones burguesas, como Naciones y nacionalismos, además de una tercera sobre la invención de las tradiciones, sabias lecturas porque ya hace mucho tiempo fueron obras que desmontaron el carácter eterno de las naciones y su vinculación con los estados. Cataluña no sería una excepción en la invención de tradiciones casi eternas, como no lo ha sido, por supuesto España que, para algunos su origen se perdería en la noche de los tiempos. Pero también se puede acudir al texto de Solé Tura sobre el catalanismo y la revolución burguesa en esta misma línea desmitificadora sobre la nación concebida como una entidad permanente, antihistórica, realmente, siendo, en realidad, una creación de las burguesías decimonónicas.
Y, ¿cuál es el objetivo de esta creación o invención de la nación eterna por parte de las burguesías y aplicable al caso catalán?, pues el de establecer un entramado de supuesta solidaridad interclasista como superadora del conflicto de clases, que, en la Cataluña de los siglos XIX y XX es evidente. Por nuestra parte, siempre hemos visto cómo la propia Lliga Regionalista siempre demostró tener un intenso corazón catalanista pero un cerebro, en realidad, españolista, necesario para poder contener e intentar aplastar el potentísimo movimiento obrero anarcosindicalista gracias a la inestimable ayuda de Madrid, sin reparar en medios ilegales.
En el catalanismo la gran figura constructora del mismo sería Prat de la Riba, y luego continuada por otros personajes de la política y la cultura , que afirmarían de forma ahistórica la existencia eterna de Cataluña, posiblemente desde la Prehistoria, aunque, al parecer, sería la romanización un supuesto factor fundamental para completar el espíritu nacional catalán porque sería el origen de la lengua catalana.
Prat de la Riba también defendería que el supuesto espíritu catalán se basaría en el principio de la libertad política, eso sí gestionado por las élites burguesas, y completamente contrario a la igualdad. En este sentido, Prat de la Riba sería un ferviente defensor del corporativismo frente, en realidad, al liberalismo. Por otro lado, la nación catalana tendría, siempre para Prat de la Riba, un componente religioso, al afirmar la existencia de la “religión catalana”, que no sería una nueva confesión al margen del catolicismo sino la equiparación de la patria con Dios. Todo esto desembocaría en una especie de comunión entre los catalanes, considerados como hermanos que deberían superar sus diferencias de todo tipo, es decir, había dado con la fórmula perfecta para superar los conflictos de clase y de todo tipo en la sociedad catalana. En este sentido, ¿no estamos hablando de la versión catalana del creciente populismo de una parte de la derecha españolista con Miguel Primo de Rivera como factor clave, y luego remozada y llevada al paroxismo con el franquismo, al considerar que todos debemos ser buenos españoles por encima de nuestras diferencias socioeconómicas, ideológicas y políticas? Los nacionalismos, si se nos permite, son todos muy parecidos. A lo sumo, los que no consiguieron su formulación en un Estado se acogen a la teoría del agravio constante, cuya última versión catalanista es el famoso, “España nos roba”, frente a los que sí lo consiguieron que se dedican a combatir a los otros, siendo el caso del nacionalismo españolista hasta paradigmático, entrando en una guerra de declaraciones, insultos, agitación de banderas o de confección de enseñas más grandes que las que tiene el supuesto enemigo.
Si en el primer capítulo, Pisa plantea estos principios ideológicos de lo que llamaríamos la construcción catalanista, en el segundo se demora en la propia invención del pasado desde el siglo XIX hasta el presente, basándose en la fulminante afirmación del historiador Hobsbawm de que el 90% de las tradiciones son puras invenciones decimonónicas. Después explica en su libro el problema de la lengua catalana y los mitos más recientes del catalanismo, para luego continuar con el análisis del procés y de sus protagonistas. El libro de Pisa no le dejará indiferente. Es breve pero de una intensidad evidente, y a buen seguro, si usted no está lleno de prejuicios de signo nacionalista, del que sea, podrá encontrar referencias sugerentes sobre una fuerza que hoy puede con casi todo, al servicio, sin lugar a dudas, de quienes pretenden conformar las sociedades bajo signos de dominio. Esperemos que algún día, la sociedad catalana y la sociedad española se curen de los nacionalismos y de sus irracionalidades.