Pactos políticos en España: el Pacto de San Sebastián

Historia

En el proceso que desembocó en la proclamación de la Segunda República, la gestación y formulación del Pacto de San Sebastián constituye un hecho fundamental. En este artículo nos acercamos, de forma esquemática, a sus vicisitudes.

 

La convergencia de los republicanos entre sí y con los socialistas para intentar traer la República a España no fue un trabajo nada fácil por diversas causas. Las divergencias entre los republicanos eran grandes y los socialistas estaban divididos en relación con una posible alianza con el republicanismo, dadas las dos almas del Partido, la obrerista y la que tendía al entendimiento con el republicanismo. Pero, a pesar de las dificultades terminó por cuajar el Pacto de San Sebastián, como tendremos oportunidad de ver, seguramente por la necesidad de terminar con una situación de interinidad e incertidumbre generada a raíz de la caída de Miguel Primo de Rivera.

En marzo del año 1930 apareció en Barcelona un manifiesto firmado por republicanos de izquierda como Companys, Aiguader, Botella Asensi, y de líderes obreros como Peiró, Arquer y Campalans. El manifiesto abogaba por el establecimiento de una república federal y por la aplicación de políticas sociales. Este manifiesto tiene su importancia histórica porque supone el inicio de la movilización de los republicanos en la época del gobierno Berenguer. Se trataba del conocido como Manifiesto de Inteligencia Republicana. 


En mayo se produjo una serie de incidentes relacionados con la vuelta del exilio de Unamuno, que había sufrido la represión de Primo de Rivera. Estos incidentes fueron protagonizados por los estudiantes de la FUE con la policía, provocando que las autoridades cerrasen las universidades. Eran un ejemplo de la creciente movilización social hacia un cambio político profundo, con los estudiantes ejerciendo un papel activo. Efectivamente, la primavera y el verano de 1930 fueron testigos de huelgas y manifestaciones. Había un claro descontento popular con una raíz económica, ya que, comenzaban a sufrirse los efectos del 29. Por otro lado, era evidente la crisis del gobierno, además de los intentos de normalizar la vida constitucional de la Monarquía, muy tocada por haberse comprometido con la Dictadura. Estos factores favorecieron el desarrollo de las fuerzas políticas y sociales republicanas y obreras socialistas, que comenzaron a considerar la necesidad de organizarse y buscar la unión en sus esfuerzos, a pesar de su evidente y profunda heterogeneidad ideológica.

La Alianza Republicana y el Partido Republicano Radical Socialista acordaron el 14 de mayo de 1930 la creación de un Comité conjunto que debía ponerse a trabajar para la instauración de la República en España. A este pacto se sumaron la Organización Republicana Autónoma Gallega (ORGA), recién creada y que dirigía Santiago Casares Quiroga, y la Unión Republicana Autonomista de Valencia, de Sigfrido Blanco. Por otro lado, se tendieron puentes hacia las organizaciones obreras. En el mes de julio, Azaña y Albornoz se entrevistaron con representantes socialistas, pero no se llegó a ningún acuerdo, tanto por las reticencias de un sector del socialismo hacia la alianza con fuerzas republicanas, como por la existencia de diferencias en el propio seno del republicanismo. Los republicanos se movieron mucho durante el verano para superar las dificultades y presentar un frente común, al menos desde el republicanismo. La Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y Miguel Maura se unió al Comité. Por su parte, los republicanos catalanes también se acercaron.

Las negociaciones bullían, y el 17 de agosto nació, como resultado de las mismas, el conocido Pacto de San Sebastián. Bajo la presidencia de Felipe Siasín (Unión Republicana de San Sebastián) se reunieron en Donostia: Manuel Azaña y Alejandro Lerroux (representantes de la Alianza Republicana), Marcelino Domingo, Álvaro Albornoz y Galarza (Partido Republicano Radical Socialista), Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura (Derecha Liberal Republicano), Santiago Casares Quiroga (ORGA), Jaume Aiguader (EstatCatalà), MaciàMallol (Acció Republicana de Catalunya), Manuel Carrasco i Formiguera (Acció Catalana), y a título personal Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio Prieto. Los asistentes a la reunión decidieron la creación de un Comité ejecutivo de la Conjunción, presidido por Alcalá-Zamora, dedicado a coordinar el movimiento revolucionario que debía conducir a la instauración de la República. Se estableció, además, la necesidad de atender las reivindicaciones autonomistas de Cataluña, y de de entablar conversaciones formales con las organizaciones obreras.

Las conversaciones con el PSOE para que se incorporara al Pacto fueron difíciles. Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos eran afines a la conjunción con los republicanos, pero gran parte de la familia socialista era contraria a entrar en relaciones con los partidos republicanos, resucitando los viejos recelos hacia las fuerzas republicanas por burguesas de los inicios del Partido y por la experiencia de la Conjunción Republicano-Socialista. Besteiro, con mucho poder en el aparato socialista, era el principal crítico y contrario a esta alianza. Pero muy pronto los socialistas comprobaron que los republicanos eran capaces de movilizar a amplias capas de la sociedad española y eso hizo cambiar las posturas del partido y del sindicato. En consecuencia, en octubre el PSOE y la UGT se adhirieron al Pacto. En el convenio con los republicanos se estipulaba que Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero se incorporarían al Comité de la Conjunción, así como la convocatoria de una huelga general cuando se desencadenase el movimiento insurreccional. El acuerdo entre republicanos y socialistas pretendía establecer la República sobre la base de la soberanía nacional representada en una asamblea constituyente, como se hizo público en diciembre de 1930.

El acuerdo político con la CNT no pudo cuajar, aunque los anarcosindicalistas no pondrían reparos a la movilización republicana. 


Pero la huelga general no se produjo y la insurrección militar se precipitó porque los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández se sublevaron el día 12 de diciembre cuando debía haberlo hecho el 15. La Sublevación de Jaca fue un fracaso que terminó con la vida de sus protagonistas. Algunos miembros del Comité Revolucionario fueron detenidos, mientras que otros huyeron o tuvieron que esconderse.


El fracaso del Pacto a la hora de traer la República no impediría que ésta llegara unos meses después, ya que las elecciones municipales del 12 de abril se convirtieron en un plebiscito sobre la Monarquía. Cuando se supo que las candidaturas republicano-socialistas habían ganado en las capitales de provincias, el Comité Revolucionario hizo público su propósito de actuar con “energía y presteza” para implantar la República.

La bibliografía es muy extensa, pero aquí queremos siempre acercarnos a obras generales como el estudio de Julián Casanova, República y Guerra Civil, volumen 8 de la Historia de España dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares, Barcelona, Crítica, 2007. También es muy interesante el trabajo de Julio Gil Pecharromán, La Segunda República. Esperanza y frustraciones, Madrid, Historia 16, 1997.

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