Raquel Messina y el socialismo
Raquel Messina fue una socialista argentina que estuvo en la creación del Centro Femenino Socialista en 1902, dentro del Partido Socialista Argentino, una organización que se dedicó a la defensa de los intereses sociales, económicos y políticos de las mujeres desde la perspectiva socialista. Para ello se emprendieron campañas en favor de los derechos civiles de las mujeres, y en apoyo a las huelgas. Messina fue educadora y escritora, una de las pioneras argentinas en la lucha por los derechos de las mujeres, como lo demostraría su trabajo en favor del divorcio en 1903, un proyecto de ley que había presentado el diputado socialista Carlos Olivera. En el periódico socialista argentino La Vanguardia escribió muchos trabajos. Pues bien, en Vida Socialista se publicó un texto de nuestra protagonista sobre el socialismo, que glosamos en el presente artículo. Messina se preguntaba lo siguiente:
“¿Adónde nos lleva el Socialismo? ¿Cuáles son sus propósitos?”
Eran preguntas que, en su opinión se oían con mucha frecuencia y no sólo emitidas por burgueses, pero cuyos autores no se tomaban, sin embargo, la molestia de estudiar las doctrinas del socialismo ni apreciar sus ideales, es decir, que no se preocupaban de investigar qué era el socialismo. Tanto los que defendían el lucro como los inconscientes o indiferentes no cuestionaban el orden social existente, calificado de injusto por la autora. El socialismo sería considerado por ambos grupos como algo utópico e irrealizable.
Pero Messina protestaba contra estos elementos porque pensaba que deberían haberse convencido de los progresos ya alcanzados por el socialismo por su acción humanitaria y educativa. Además, nuestra autora defendía la idea del progreso, de la evolución de sistemas e instituciones que desaparecían y cedían el puesto a otras nuevos, poniendo el ejemplo de la esclavitud, el feudalismo, o la inquisición. Y, del mismo modo que había pasado con estas instituciones o sistemas iba a pasar con el régimen capitalista, cediendo a una “convención social más civil, más humana y más en armonía con los adelantos y las necesidades de la vida moderna”.
Messina explicaba que la propiedad y todos los medios de producción en poder de una minoría que oprimía, y que reducía a la mayoría del pueblo a la inseguridad y a la miseria, exigían profundas transformaciones en los sistemas productivos y de trabajo, y eso llevaba de forma irremisible al socialismo. Pero, además, el socialismo estaba basado en la ciencia e inspirado en la razón sobre la fuerza. Su objetivo no era exteriorizar sentimientos humanitarios o altruistas, ni plantear reformas “más o menos anodinas”, sino establecer una nueva y completa reorganización de todas las relaciones humanas, donde la propiedad y los medios de producción dejarían de ser patrimonio de unos pocos, para ser colectivos, con el fin de que todos los seres pudieran gozar de una condición más digna y humana.
Nuestra fuente ha sido el número 81, de 16 de julio de 1911 de Vida Socialista. Podemos consultar, además, el documentado trabajo en la red de Andrea D’Atri, “El feminismo y la izquierda a propósito del Bicentenario”, y que se publicó en un libro compilatorio, titulado Señoras, universitarias y mujeres (1910-2010), de Héctor Recalde, Buenos Aires, 2010.
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