Máximas y pensamientos de Napoleón por Balzac para tiempos de tweets
“Si la obediencia es el resultado del instinto de las masas, la revuelta es el de su reflexión”
“Una revolución es un círculo vicioso: parte del exceso para volver a él”
En estos tiempos de tweets, de mensajes cortos uno de detrás de otro, puede plantearse como alternativa culta para interesados en saber un poco más la lectura de libros de máximas, aforismos y sentencias breves de pensadores, escritores, reyes, y políticos, que han jalonado la historia desde tiempo inmemorial. Podrán encontrar muchos ejemplos en las librerías (también en las online, no lo duden) y, de ese modo, seguir con la vida ajetreada que, al parecer, impide la lectura de escritos más largos, pero con textos, igualmente cortos, y, sobre todo, con una enjundia mayor que la que se desprende de los que inundan las redes en nuestros móviles.
Y por eso, recomendamos a los interesados en la política comenzar con las Máximas y pensamientos de Napoleón, recogidos por Honoré de Balzac, en una edición cómoda, ágil, portátil si se quiere (del tamaño de un móvil un poco más ancho), de Mármara Ediciones, con prólogo de Hugo Savino, y que se publicó en la colección “la balsa de piedra”, en el año 2020.
La obra originaria se editó en 1838, es decir, ya pasada la Revolución de 1830 y en plena Monarquía de Luis Felipe de Orleáns, pero no apareció firmada por el genio de la comedia humana, sino con el pseudónimo de Jean-Louis Gary.
Sabemos por una carta de Balzac a Madame Hanska sobre la idea que le había empujado a publicar el libro. Al parecer, dada la pasión que el escritor sentía por Napoleón, se había dedicado en los últimos siete años a anotar en un libro de cocina, que nunca abandonaba su mesa de trabajo, todo pensamiento o idea del corso que saliera publicado.
Balzac afirmaba, en el prólogo del libro, que sus dos únicos méritos habían sido el trabajo recopilatorio, y el de haber sentido la importancia de su publicación para muchos lectores.
Para el escritor, Napoleón supo ver y observar todo. Además, consideraba que en muchas ocasiones una frase de la recopilación era más aclaratoria de su vida y de episodios o partes de la historia contemporánea que lo que se explicaba en los estudios de los historiadores.
En todo caso, en el libro también estaba la mano de Balzac, y no nos referimos solamente a su trabajo recopilatorio. El propio escritor reconocía que había “podado” varios pensamientos que el emperador tenía en común con otros grandes hombres, sus predecesores en la política, y otros a los que su nombre no les ahorraba la vulgaridad que tenían. Eso sí, había recogido los que Napoleón repetía con frecuencia porque por sí solos explicaban sus opiniones o su poder.
El libro sería útil, en opinión de Balzac, tanto para las masas porque sería como una aparición, pero también para los “espíritus elegidos” porque allí podrían ver al “hombre abstracto, la Idea en lugar del Hecho”. Era significativo que después de haber luchado tanto contra las manifestaciones del pensamiento, llegara él mismo a no ser más que un libro. Napoleón había glorificado siempre la acción sobre el pensamiento.
Balzac también afirmaba que algunas de las máximas podrían parecer maquiavélicas, hasta crueles y falsas. Pero Napoleón nunca dejó de manifestar su odio hacia “los abogados, los idealistas y los republicanos”. Su opinión sobre los mismos demostraba su posición contraria a la discusión política en materia de gobierno. Napoleón consideraba imposible la existencia del concepto de gobierno responsable, y creía que la libertad de prensa era incompatible con la existencia del poder.
En este sentido, el escritor expresaba que no tomaba partido por el emperador o contra él (en realidad, siempre fue un rendido admirador de Napoleón). A nadie le correspondería defender o acusar a Napoleón, bastaba con hacerlo comparecer ante todos. Su pensamiento sería como toda una legislación, y nadie podría negar que contenía los secretos del máximo organizador de los tiempos modernos. Y si sus máximas se oponían a la Francia del momento, más motivos para publicarlo.
Por fin, otro aspecto que destacaba Balzac en Napoleón era su acierto en sus previsiones sobre Europa. En su opinión, la mayoría de sus sentencias pronunciadas sobre los acontecimientos futuros de Europa se habían cumplido, y la que no lo había hecho, podía llegar a cumplirse. Así pues, un libro sumamente atractivo. Y le aseguro, amable lector, que puede llevarlo en el transporte público camino o de vuelta del trabajo. A buen seguro le reportará más beneficios que muchas frases de las redes sociales en materia política.