Los médicos rurales como clase trabajadora en la España de 1910
Queremos ofrecer una visión crítica y dura de la situación de los médicos rurales en la España de 1910 de la mano del doctor Martín Hurtado que, desde Cantalejo (Segovia), escribió un artículo en el verano de 1910 en Vida Socialista. Y es una visión llena de conciencia de clase, porque el autor consideraba que los médicos rurales pertenecían al proletariado.
Efectivamente, Martín Hurtado consideraba que entre el “proletariado médico” y el proletariado manual había pocas diferencias, es decir, ya desde el principio estaba clara su opinión en relación a la pertenencia a la clase trabajadora. Esas diferencias serían “escasas y de forma”, teniendo, en cambio, muchas analogías. Así era, los médicos rurales eran obreros, y obreros explotados por un “patronaje numeroso” y sin conciencia. De su trabajo dependía su subsistencia y no había seguridad en el mañana, es decir, como los ocurría a los proletarios.
Entre los médicos rurales habría como entre los obreros, concurrencia, esquiroles, salarios, usura, injusticias, esclavitud, hambre y miseria. Pero, a diferencia de los trabajadores los médicos rurales no tenían “cultura societaria”, ni conciencia obrera. La ruralización embrutecía, y por eso, defendía la unión, la solidaridad.
En la lucha por la emancipación de los médicos rurales había grandes obstáculos que vencer, en opinión de nuestro médico. Los obreros manuales tenían de su parte la justicia y el número. Los médicos rurales también tenían la justicia (por justicia debemos entender la justificación para luchar contra una situación considerada indigna), pero no contaban con el número, porque, además jugaba en su contra la dispersión frente a los caciques y en ambientes hostiles donde imperaba mucha la incultura y el recurso al curandero. El médico que se rebelaba contra esos ambientes hostiles se hundía.
Al médico rural le mandaban el gobierno, los jueces, el municipio, los caciques y los clientes, y le pagaban el municipio y los clientes. Los primeros, en realidad, no pagaban nada, y los segundos mal.
Los médicos tendrían dos contratos de trabajo, o como decía Martín Hurtado, se padecían dos formas de servidumbre, la titular y la iguala. La titular les convertía en esclavos del poder público, a través del cacique, y la iguala les hacía ser esclavos de todo el mundo, por intermedio del cacique, que se convertía, por lo tanto, en el gran explotador. Así pues, estaríamos ante una visión propia del movimiento obrero en un médico destinado en la segoviana localidad de Cantalejo.
Nuestra fuente ha sido el número 28 de Vida Socialista.