La fiebre del oro y el auge económico australiano
Australia vivió su propia fiebre del oro, iniciándose a mediados del siglo XIX, con consecuencias hasta el final de la centuria al impulsarse un evidente desarrollo económico.
Los primeros descubrimientos se debieron a un buscador de oro californiano, Edgar Hargreaves, en el mes de febrero de 1851 en Summerhill Creek. Poco tiempo después se descubrió oro en Victoria, en las áreas de Mount Alexander y Bendigo, y sobre todo, en Ballat. Así pues, Australia pasó a ser como la “California británica”.
La importancia de estos hallazgos desató una verdadera fiebre del oro, atrayendo a muchos inmigrantes. Se dio el hecho de que Victoria pasó a ser la provincia australiana con más población, superando a la tradicional provincia más poblada que era Nueva Gales del Sur (donde están las ciudades de Sidney y Camberra). En la década de los años cincuenta Australia superó con creces el millón de habitantes, más del doble de lo que tenía antes.
Pero la fiebre del oro no sólo tuvo repercusiones demográficas, también influyó en la economía de Australia. Hasta ese momento la principal actividad económica había sido la agropecuaria, pasando ahora a ser ahora la minería. Pero ese predominio tampoco duró mucho, ya que, precisamente por el aumento demográfico la demanda de alimentos creció de tal forma que la ganadería volvió a su anterior primacía y aumentó la extensión de las tierras para el cultivo que adquirieron los nuevos colonos.
A finales del siglo XIX Australia llegó a los tres millones de habitantes, pero su distribución era muy desigual. Además, las grandes ciudades no estaban muy bien comunicadas por vía férrea. En todo caso, el ferrocarril no fue, como en el Reino Unido y en gran parte de Europa y Estados Unidos un factor de desarrollo económico en Australia porque cada provincia tenía su propio ancho de vía.
En todo caso, en las últimas décadas del siglo XIX, la economía australiana creció de forma evidente, precisamente por el mencionado crecimiento demográfico que presionó además de sobre la agricultura y la ganadería, sobre la industria, que tuvo que desarrollarse, y con ella el comercio. El desarrollo económico australiano tuvo una contrapartida social importante, porque generó un fuerte fenómeno especulativo con la formación de grandes fortunas y de acaparamiento en pocas manos de las mejores tierras. Además, aumentó claramente la conflictividad social en la minería a mediados de los años cincuenta, y luego en el ámbito industrial con importantes huelgas obreras en 1886 y 1890, así como choques entre mineros y ganaderos.
En El Obrero contamos con algunos artículos sobre el inicio del movimiento obrero australiano.