Prim. II
Durante el gobierno de Unión Liberal el general Prim tuvo un claro protagonismo en la dimensión internacional del mismo. O`Donnell emprendió una activa política exterior de prestigio, aunque de escasos rendimientos, y Prim tuvo su papel. En primer lugar, participó en la Guerra de Marruecos, en la Batalla de los Castillejos, por la que recibió el título de marqués de los Castillejos, en la de Tetuán y en la de Wad-Ras, que liquidó el conflicto. Prim fue aclamado en Madrid, y con los voluntarios catalanes en Barcelona. Prim conseguía reconciliarse con la capital catalana. También participaría en la Expedición a México en relación con el impago de la deuda mexicana con británicos y franceses contra el gobierno de Juárez, y que desembocó en la intervención de Napoleón III en el país norteamericano imponiendo al emperador Maximiliano, pero donde España ya no participó.
A la vuelta de Prim a España en 1862 el gobierno de la Unión Liberal estaba en franca crisis. Los progresistas optaron por el retraimiento y por no colaborar, habida cuenta de las dificultades que, a partir de 1863 se estaban imponiendo al derecho de reunión. El liberalismo progresista estaba ya apostando por otra solución. Prim decidió romper con la Unión Liberal y reintegrarse a las filas del progresismo. Pero el general de Reus quería que el Partido Progresista participara en el juego político, que no optara por el retraimiento. En este sentido, insistió a la reina para que se aboliese la legislación restrictiva en relación con los derechos políticos, pero no lo consiguió.
La nueva situación política hizo que Prim basculara entre su tendencia conspirativa, como se demostraría en el pronunciamiento de la localidad madrileña de Villarejo de Salvanés de enero de 1866, y la sublevación del Cuartel de San Gil en el mes de junio del mismo año, ambos intentos fracasados, y su defensa de seguir haciendo política. Al final, la postura represiva y no negociadora adoptada por la reina y por los gobiernos unionistas y moderados inclinaría a Prim a defender la necesidad de afrontar de una forma más global y con más apoyos un movimiento que terminara con el sistema político isabelino.
Así pues, los progresistas y los demócratas, escisión de los primeros, decidieron ponerse de acuerdo en Ostende (Bélgica) en el mes de agosto de 1866 para derribar a Isabel II. Cuando O’Donnell murió en 1867 muchos unionistas se vieron libres de la obediencia al líder fallecido y se sumaron a la coalición revolucionaria. Narváez murió en marzo de 1868, por lo que a la reina ya no le quedaba ningún defensor de entidad. La Revolución Gloriosa se inició en septiembre de 1868, y después de la Batalla de Alcolea, estaba claro que el régimen de Isabel II no podía durar. La reina partió hacia Francia.
Prim jugó un papel fundamental en la Revolución. Fue nombrado ministro de la Guerra en el Gobierno Provisional encabezado por Serrano. Era el hombre del momento, por lo que después de la aprobación de la Constitución de 1869 fue nombrado presidente del Consejo de ministros y ministro de la Guerra.
Gracias a las innegables dotes políticas del general y político catalán consiguió mantener unida a la coalición de fuerzas políticas que habían participado en la Revolución, y que se rompería cuando fue asesinado. La segunda tarea que tuvo que emprender fue buscar un rey, habida cuenta que se había optado por la solución monárquica. No fue tarea fácil por las consecuencias internacionales que podía generar un candidato u otro, y por las internas, ya que los monárquicos en España o eran partidarios de Isabel II y del príncipe de Asturias o del pretendiente carlista, además de la creciente tendencia republicana. El candidato preferido era el príncipe prusiano Leopoldo, pero el emperador Napoleón III se negó, y de resultas de las complicaciones diplomáticas de este hecho, hábilmente manipuladas por Bismark, estallaría la guerra franco-prusiana. La opción prusiana generó un intenso debate en las Cortes. Al final, se optó por la solución italiana, un príncipe de la Casa de Saboya, Amadeo, hijo del primer rey de Italia. La candidatura fue aprobada por las Cortes.
Amadeo de Saboya se dispuso a viajar a España. Prim parecía en la cumbre de su prestigio y aquel día 27 de diciembre de 1870 en su carruaje fue acribillado a tiros. Tres días después fallecía. ¿Quién fue el inductor de este asesinato?, ¿el duque de Montpensier, herido por no haber podido acceder al trono español o el general Serrano celoso del poder de Prim? El caso es que se inició una instrucción judicial inmensa. Los detenidos terminaron siendo puestos en libertad.