Los proscritos

Historia

La creación de organizaciones revolucionarias formadas por alemanes fuera de las fronteras de los distintos estados existentes antes de la unificación es una característica de la primera etapa del movimiento obrero alemán. En relación con la Revolución de 1830 París se convirtió en patria de exiliados liberales europeos, pero también de artesanos, obreros e intelectuales con deseos revolucionarios más intensos. En 1832 nació allí la Unión Popular Alemana. Sus integrantes eran artesanos del ramo de la zapatería. Su labor se centró en la publicación y distribución de folletos en alemán para poder distribuirlos en los estados alemanes occidentales.

En 1834 nació la Liga de los Proscritos formada por trabajadores y artesanos alemanes. La Liga tomó muchos aspectos organizativos de las sociedades secretas dado su carácter clandestino y conspirativo, especialmente de los carbonarios, tan activos en la Italia del momento con derivaciones en los países latinos. La forma de actuar de los carbonarios podía aportar muchas enseñanzas para eludir la acción de las policías alemana y francesa. Existe, por tanto, un cierto paralelismo en materia organizativa, dada la fuerza de los aparatos represivos, entre las organizaciones de tendencia liberal y nacionalista y las obreras, en la década de los treinta y parte de la de los cuarenta del siglo XIX. Pero dichas semejanzas no irían más allá.

Esta nueva organización publicó una revista mensual, llamada El Proscrito, que comenzó a ser dirigida por un periodista republicano, que había sido profesor de la Universidad de Heidelberg, llamado Jakob Venedey. Pero al ser expulsado de París por las autoridades fue sustituido por Éduard Rauch, un tipógrafo alsaciano, aunque Venedey no tardaría en regresar. Eso ocurría en 1835. Pero el alma de la publicación era, sin lugar a dudas, Theodor Schuster, antiguo profesor en Gotinga, y que se dedicó a difundir las ideas del socialismo utópico francés y las de tipo económico de Sismondi. Schuster defendía la creación de unos talleres nacionales para combatir la desigualdad generada en las fábricas, y a la que se veían abocados los artesanos de los gremios y talleres que se estaban aboliendo y cerrando en Europa con el triunfo de las ideas librecambistas. Es interesante comprobar el hecho de que Schuster era consciente de que el progreso del pueblo pasaba por terminar con la monarquía, algo común a las oleadas revolucionarias liberales de esta época, pero con un trasfondo social que no tenían las revoluciones liberales, ya que sostenía que la monarquía realmente estaba formada por los privilegios, siendo el principal de todos ellos, la riqueza, alejándose, claramente, del espíritu liberal-burgués, que atacaba los privilegios legales pero no económicos, por lo que ya se habían terminado las posibles concomitancias con las sociedades secretas.

La Liga de los Proscritos elaboró unos estatutos. Interesa detenernos en uno de ellos porque definía el objetivo de la organización, que no era otro que la afirmación y mantenimiento de la igualdad social, política y de la libertad. En 1834 se publicó una hoja con el título de Profesión de un proscrito, en el que se exigía el establecimiento de una república democrática que garantizara las libertades, y que debía estar basada en los principios de la igualdad. Así pues, la Liga de los Proscritos defendía tanto la igualdad como la libertad, como pilares del Estado, de la estructura política.

En 1836 surgió la Liga de los Justos por iniciativa del exiliado alemán Karl Schapper, que había tenido que salir de Suiza por sus actividades revolucionarias, y del sastre Georg Weissenbach. Era una escisión del ala más democrática, cuyos miembros eran contrarios a lo que consideraban el autoritarismo de los proscritos, además de incidir más en lo social que lo político. En este sentido, es significativo lo que escribía Engels en su Contribución a la Historia de la Liga de los Comunistas (1885), al afirmar que la Liga de los Justos nació gracias a los elementos más radicales de la Liga de los Proscritos, quedando en ésta los “elementos más retardatarios”, como calificó al propio Venedey. Por fin, también nos relata el fin de los Proscritos, fruto de una mezcla de la persecución policial y de la propia disolución interna, hacia 1840.

Bibliografía:

Bravo, Gian Mario (1976), Historia del socialismo 1789-1848. El pensamiento socialista antes de Marx. Barcelona, Ariel.

Droz, Jacques (1984), «El socialismo alemán del Vormärz», en Jacques Droz (dir.). Historia general del socialismo. De los orígenes a 1875. Barcelona, Destino. pp. 571-573, una obra que no dejaremos nunca de recomendar.

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