El deber para con los refugiados: recordando un pasado relativamente reciente
En estos tiempos en los que el horror generado en distintos lugares de mundo está provocando que haya millones de refugiados conviene mirar un poco hacia atrás para recordar que cuando nuestro país comenzaba su andadura democrática hubo quienes en el primer Parlamento salido de unas elecciones libres después de las que se celebraron en febrero de 1936, se preocuparon de los refugiados después de tanto tiempo.
Efectivamente, el Grupo parlamentario Socialista en el Congreso planteó en el otoño de 1977 la necesidad de que España acogiera a los refugiados políticos, especialmente a los de América del Sur, que pretendían acogerse a la hospitalidad española ante los peligros que corrían en sus países de origen, sometidos a regímenes dictatoriales (recordemos el Chile de Pinochet, la Argentina de Videla…). Los socialistas, además, recordaban una especie de deber moral que tenía España con estos refugiados porque venían de países que había acogido a los refugiados españoles perseguidos por el franquismo, porque parece que se nos olvida que los exiliados fueron refugiados.
El Grupo Parlamentario consideraba ineludible que el Gobierno sometería a la aprobación de las Cortes los tratados multilaterales referente a la protección internacional de los refugiados políticos, y a su vez, estableciera, en la esfera interna, las disposiciones necesarias para acoger a los refugiados, especialmente “de lengua española”, para que encontrasen asilo en nuestro país.
Seguramente, en esta proposición del otoño de 1977 comenzó el interés que en este país se ha desarrollado en democracia por los refugiados, aunque siempre haya que hacer mucho más con personas que sufren, e intentar involucrar más a algunos sectores siempre reacios a interesarse por los que padecen fuera de nuestras fronteras.
En todo caso, esta proposición demostraba que España ya no era la de antes, la de la dictadura, la que solamente acogía a tiranos y dictadores que huían o eran expulsados de sus países. Ya era otra España donde había que comenzar a acoger a los que huían o eran expulsados por tiranos y dictadores. A veces se nos olvidan estas cosas.