La importancia de la Historia en el futuro de la mujer

Política

Nunca nos cansaremos de defender la proyección futura de la Historia, como un instrumento fundamental para construir un mundo distinto del que vivimos, más justo, más solidario, más verdaderamente democrático, con más reconocimiento de derechos, con menos desigualdades, más libertades, más respetuoso con la Naturaleza, más culto, más comprometido. Los historiadores tenemos una misión compleja, pero muy noble, y que no es otra que estudiar el pasado para entenderlo, para comprender nuestro presente, pero, sobre todo, para plantear materiales con los que poder reflexionar si tenemos el espíritu y la necesidad, íntimamente sentida, de cambiar el mundo. Nunca hemos considerado este trabajo como un ejercicio cultural exclusivo, sin olvidar el placer intenso que proporciona el saber, sino como un esfuerzo para hacer pensar, y más si, además, nos dedicamos a la enseñanza y la divulgación.

 

Después del titánico esfuerzo que ha realizado la historiografía y, a pesar de que todavía queda muchísima faena, ya podemos afirmar que la mujer nunca fue invisible, que siempre estuvo ahí, y que si no la conocíamos era por razones evidentes planteadas por principios patriarcales tan comunes en civilizaciones y períodos históricos distintos desde la misma Antigüedad.

En este periódico tenemos, como bien saben nuestros lectores, como un pilar fundamental de nuestro trabajo el conocimiento histórico, y el que tiene que ver con el de la mujer, su devenir, reivindicaciones, triunfos y fracasos, posee especial protagonismo porque, no lo olvidemos, realmente pertenece a la historia de todos y todas los que han tenido que luchar por un salario mejor, unas condiciones laborales más racionales, por viviendas dignas, educación gratuita y universal, la seguridad ante los riesgos de la vida, la redistribución de la riqueza, por las libertades y derechos, por la igualdad y la fraternidad, por la democracia, en fin, por todas las causas que han empujado y empujan a hombres y mujeres hacia la construcción de mundos donde las vidas sean mejores, más justas, más plenas para todos y todas.

En estos tiempos en los que, casi de repente, aunque siempre estuvo ahí latiendo ese sentimiento, ya no parece dar vergüenza la defensa de posturas negacionistas sobre la violencia de género y se difundan planteamientos que suponen retrocesos en el desarrollo y avance de los derechos de las mujeres la historia nos proporciona, como siempre, elementos para demostrar la falacia de argumentos que hunden sus raíces en pensamientos, ideologías y comportamientos sociales del pasado, remozados levemente para darles un cierto aire de modernidad, aunque ésta, realmente, solo esté en los medios por los cuales se transmite el mensaje.

Ahora no sólo se trata de seguir reivindicando la igualdad real de hombres y mujeres, como veníamos haciendo de manera abierta desde que este país asentó principios de civilización en su sistema político, ahora se trata de luchar, con la palabra, el ejemplo, la educación, la legislación y el conocimiento contra aquellos que pretenden negar lo evidente y restablecer mecanismos y comportamientos que intentan fortalecer la discriminación.

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