Distinguiendo cuestiones: moderación, conservadurismo y reacción

Política
Proponemos un ejercicio sobre los siguientes conceptos: moderación, conservadurismo y reacción en relación con nuestro país.
La moderación es, según el Diccionario de la Real Academia, la acción o efecto de moderar o moderarse. También, es sinónimo de cordura, sensatez o templanza en las palabras o en las acciones. En el sistema político decimonónico español era un término que se aplicaba a una de las familias del liberalismo, defensora de la soberanía compartida entre el rey y la nación, del bicameralismo, del sufragio censitario, la limitación de derechos y libertades y la salvaguarda del orden. En el reinado de Isabel II fue el partido que más gobernó frente a la opción progresista del liberalismo. El concepto de moderación en política ha terminado por aplicarse, ya en nuestro tiempo, a partidos, sectores y líderes, tanto de la derecha como de la izquierda; de hecho, la Transición española terminó por hacerse por políticos que moderaron mucho sus planteamientos iniciales. El Partido Popular siempre ha hecho gala de ser el partido de la moderación en España y la izquierda a la izquierda del PSOE achaca a este último partido su supuesta excesiva moderación. El conservadurismo se referiría a las personas, partidos, gobiernos, etc.., favorables a la continuidad de estructuras políticas establecidas y contra los cambios que serían considerados como bruscos o radicales. El Partido Moderado isabelino, con otras aportaciones, terminó por convertirse en el Partido Conservador de Cánovas del Castillo, pilar fundamental de la Restauración. Gran parte del ideario moderado anterior fue incorporado a la nueva formación con la única novedad del pacto con el Partido Liberal –el antiguo progresista- para la alternancia pacífica en el poder, ideando un sistema electoral amañado que garantizaba la paz política, pero falseaba la realidad. Hoy en día, el conservadurismo no impregna las políticas económicas defendidas por el Partido Popular, asentadas en la defensa del neoliberalismo, pero sí muchas de sus otras políticas, como las relacionadas con la Iglesia, la cuestión del reconocimiento y garantía de derechos y libertades, la educación, la estructura del Estado, etc.. La reacción sería la tendencia tradicionalista en lo político, opuesta completamente a las innovaciones y con un talante autoritario e intolerante. En España, el franquismo era reaccionario, entre otras cosas. Esta tendencia, muy amortiguada por la UCD en la Transición, reapareció en el Partido Popular, a pesar del esfuerzo de algunos por evitarlo. Se ha podido ver en algunas de las políticas llevadas a cabo por los gobiernos de Aznar y de Rajoy, en determinados dirigentes y en ciertos talantes, formas y maneras, como vimos en su negativa a condenar el franquismo y aplicar la ley de memoria histórica en su momento, en su nulo intento de hacer un análisis sosegado y crítico del pasado, en la resurrección de simbologías franquistas entre sus juventudes, en su proyecto de ley del aborto, en la ley de seguridad ciudadana, o en los discursos despreciativos hacia la ciudadanía desfavorecida por la crisis y los recortes. Los reaccionarios, cuando son pocos o están fuera del juego parlamentario, son sólo relativamente preocupantes, pero cuando se instalan en las políticas, el discurso y en las formas de un partido fundamental del sistema político estaríamos ante el abandono de la moderación, del propio conservadurismo y derivando hacia derroteros inquietantes. Pero el problema comienza a ser realmente serio con el surgimiento de VOX, que ha despojado de los barnices moderados y/o conservadores que cubrían la posición reaccionaria del PP para defender ideas y políticas completamente reaccionarias sin rubor, y cuestionar consensos en determinadas cuestiones como la violencia de género. Y ahí está, la reacción sin los complejos surgidos en la Transición. La reacción invade a parte del PP y es la seña de identidad de VOX. Y no lo olviden, pueden gobernar juntos. Aquí no existe la CDU alemana ni la señora Merkel, aquí hay una derecha dispuesta a gobernar al precio que sea.
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