La Masonería y la crisis del mundo: reflexionando con Augusto Barcia

Política

Dos cuestiones nos vienen a la mente: ¿tiene sentido la Masonería hoy en día?, y si creemos que sí, ¿qué puede hacer en un mundo en crisis como el actual? Como siempre acudimos a los materiales del pasado, y de la mano de uno de los masones más destacados de la Historia de España, Augusto Barcia, que escribió un texto en el Boletín del Grande Oriente Español en septiembre de 1931 sobre la perennidad de la orden ante la crisis del mundo.

 

Pero antes, es obligado dar algunas pinceladas del personaje para el amable lector. Augusto Barcia Trelles (1881-1961) fue abogado, periodista, escritor y político republicano, llegando a ser diputado en Cortes entre 1916 y 1923, y luego desde la segunda legislatura de la República, además de ministro de la Gobernación y de Estado ya estallada la Guerra, y durante unos días de mayo, presidente del Consejo de Ministros. Barcia tuvo un destacado papel en el Ateneo, en el atletismo español y en la Asociación de la Prensa de Madrid. Fue, sin lugar a dudas, y como decíamos al principio, un destacado masón Siendo Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 renunció al cargo cuando en 1933 fue elegido diputado por entender que su responsabilidad en la Masonería era incompatible con su regreso a la política.

Barcia exponía que los momentos de crisis por los que estaba pasando el mundo en su tiempo la Masonería debía observarlos y estudiarlos con esmero y atención. La crisis que afectaba a todo el mundo tenía una raíz económica. No debemos olvidar que escribía en un momento donde se habían declarado de forma brutal las consecuencias de la Gran Depresión. Por eso, decía Barcia, sus repercusiones sociales eran muy dramáticas y dolorosas. No vivimos la misma situación, pero tenemos una crisis económica, eso sí, creada por otros factores, y que está ya teniendo unas gravísimas consecuencias sociales. Para Barcia la crisis era un fracaso de la civilización, al menos de cómo se había formado en el siglo XIX. Los hombres estaban viendo que los ideales de justicia no se podían realizar dentro del régimen existente, por lo que vivían en “perenne y acentuada desazón”. En ese aspecto, parece que Barcia estaba hablando de cómo la democracia estaba en crisis, en nuestra interpretación.

Para Barcia había un problema basado en el materialismo imperante, y en el abandono de la espiritualidad, una concepción que hoy nos chocaría un tanto, pero que puede servirnos para hacer una lectura más actual, en relación con la crisis de valores que se está produciendo en el mundo, o así lo vemos nosotros.

Barcia planteaba que la Masonería, en lo que tenía de imperecedera o de eterna, informaba sobre el cultivo de las supremas virtudes, en el “sacrificio por el ideal y en el sentimiento de los máximos deberes” porque allí estaría la garantía del triunfo de la especie humana.

Pues bien, insistimos, podemos hacer una lectura actual adaptándonos a nuestro tiempo y a nuestra manera de plantear las cuestiones. Barcia aportaba la Masonería como una institución con valores espirituales y morales que podrían ayudar en la crisis de los años treinta. Hoy, en un mundo también en crisis donde la democracia, la igualdad, las libertades y la fraternidad están siendo combatidas la escuela cívica que supone la Francmasonería puede ofrecer algunas claves, no la panacea, ni mucho menos, pero sí un espacio donde estudiar, reflexionar y difundir los valores que sustentan lo más noble de nuestro mundo, es decir, esos pilares de igualdad, libertad y fraternidad, como instrumentos para la convivencia y para luchar contra las consecuencias de la crisis.

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