En este final de primavera, en medio de la constitución de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, después de las pasadas elecciones, y en plena precampaña, con lonas en el centro de la capital de España donde se destila odio a distintos colectivos e ideas, con nuevos gobernantes en mesas parlamentarias y gobiernos autonómicos negacionistas del cambio climático y de la violencia de género, patriotas de pulsera, y homófobos, o haciendo oposición desde posiciones de gobierno obviando sus propias funciones, en fin, asistiendo al caos generado por una derecha que, en unos sitios abraza a los extremistas para acceder al poder y en otros manifiesta una pública alergia hacia los mismos, esperemos que sincera, un político que no grita, que no insulta, que dice las cosas en un tono nada estridente, explicándolas, con extrema sensibilidad, pero también con firmeza, nos recuerda lo que es la política, y nos alienta en las propias convicciones sobre la importancia de la igualdad, del reconocimiento de los derechos y de su garantía, del respeto hacia los demás, de la necesidad de luchar para que nadie se quede atrás por ninguna condición, y todo eso no solo es de agradecer entre tanto lodazal, sino que también constituye un ejercicio pedagógico democrático, de civismo, valores tan escasos hoy.