Llevamos ya un tiempo en el que es raro el día que no escuchamos o vemos en los medios y las redes declaraciones y propuestas de la extrema derecha sin tapujo alguno, algo a lo que no ya no estábamos acostumbrados, y que los más jóvenes no conocían. Hay tantos ejemplos que aburriría repetirlos, y en todos los ámbitos y cuestiones políticas y sociales. Los ciudadanos progresistas nos llevamos las manos a la cabeza, nos escandalizamos, comentamos, contestamos, protestamos, hasta nos manifestamos, profundamente alarmados porque creíamos que todo eso había muerto o solamente languidecía en cavernas profundas. Pero, ¿todas esas ideas y planteamientos son nuevos o siempre han estado ahí? En cierta medida, sí hay novedades en este asalto mediático y político de la extrema derecha, y gracias a la influencia que nos llega de Estados Unidos y de algunas partes de Europa. El vestuario, las formas y el discurso son más modernos. Se abandona la apariencia externa de aquellas camisas azules, negras o pardas, tan impactante, por trajes bien cortados y con corbatas a juego, con mayor presencia femenina que en el pasado, manipulando una especie de fundamentalismo constitucional, y empleando las redes con mucha astucia a través de lanzamientos de mensajes cortos de medias verdades, mentiras disfrazadas, demagogia, y populismo, además de reconvertir los viejos “chivos expiatorios” por otros nuevos, especialmente los inmigrantes.