Atávicos, misoneístas y precursores: una lectura anarquista con Anselmo Lorenzo

Historia

No puedo negar que me atraen muchos aspectos del pensamiento libertario, descubriendo que son imperecederos. Los anarquistas nos sugieren muchas interpretaciones, análisis y nos hacen reflexionar sobre la condición humana con una intensa agudeza. En este contexto quisiera reseñar un texto de principios del siglo XX de Anselmo Lorenzo sobre una clasificación que realizó de los seres humanos, entre atávicos, misoneístas y precursores.

 

Anselmo Lorenzo consideraba que la humanidad entera se clasificaba en estos tres tipos de personas, pero nos avisaba que esa clasificación no se correspondía automáticamente con una más clásica de regresivos, estacionarios y progresistas. Así pues, un atávico y un regresivo no eran lo mismo, aunque ambos girasen en torno al pasado. El atávico procedía del mismo, frente al regresivo que quería regresar a dicho pasado. Además, las cualidades del atavismo podían encontrarse en las personas estacionarias y hasta en las progresistas. Por otro lado, el misoneísta y el estacionario, aunque ambos girasen en relación con el presente, también presentaban diferencias. El primero odiaba casi con fanatismo todo lo que tendría que ver con el futuro y hasta con el pasado, mientras que el segundo, es decir, el estacionario solía ser un “pancista burgués” que no veía mucho más allá y su única preocupación era su propio bienestar. También veía diferencias entre el progresista y el precursor, aunque no las detallaba, un aspecto que, personalmente, me interesaba mucho.

¿Qué es el atavismo, por lo tanto? Anselmo Lorenzo lo definía como la reproducción individual en todo o en parte de estados fisiológicos o morales, propios de épocas pasadas. El misoneísmo representaría, siempre según nuestro autor, el horror a toda innovación, el odio a las reformas, la negación absoluta de la razón a todo juicio y no solamente hacia ideas sobre el futuro sino también a cuanto pudiera debilitar o desprestigiar el presente. Por fin, los precursores serían los que reconociendo que el presente es el producto de la “evolución progresiva” y considerando esta incesante marcha, anticipaban el conocimiento de la sociedad futura y por ella trabajaban, y a este propósito o fe adoptaban su criterio y su moralidad.

Aunque ponía ejemplos genéricos de atávicos, Anselmo Lorenzo se detuvo más en los segundos, los misoneístas, porque eran los causantes del sufrimiento pasado y presente: los que habían generado todas las persecuciones, los privilegiados, los dogmáticos y sus cómplices, los ignorantes. Así pues, eran Anás y Caifás, pero también las “turbas” que pedían la libertad de Barrabás y la cruz para Jesús. Ahí estaría también la figura de Nerón con su “fiesta nocturna con cristianos convertidos en antorchas” y la “canalla” formada por los ciudadanos romanos que pedían “pan y circo”. También misoneístas serían los inquisidores, las masas que gritaban “¡vivan las caenas!”, los “sayones” de Montjuic, los “sesudos burgueses” que vivirían en el mejor de los mundos y que tenían por cierto que era utópico, perturbador y criminal cuanto menoscabase su ganancia.

¿Y quiénes eran los precursores? Pues todos aquellos que, en distintos lugares, hasta desde las mismas “gradas del trono” o salones aristocráticos, rechazaban toda complicidad con el “privilegio imperante” y fraternizaban con el desheredado, pero también eran precursores los que siendo ellos mismos desheredados de la sociedad, estaban inspirados de “noble altruismo”, y ponían al servicio de sus compañeros y de la justicia sus propias facultades y energías personales. Anselmo Lorenzo terminaba diciendo que contra los atávicos, misoneístas, regresivos, estacionarios y hasta contra los propios progresistas, en no pocas ocasiones, todos dueños de las riquezas y del “prestigio de la tradición y la rutina”, estaba el precursor libertario, “dueño del porvenir”.

A mi me gustaría ser un precursor, ¿o soy un progresista?

El texto puede consultarse en el Almanaque de la Revista Blanca de 1903. 

 
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