La llegada de Alcalá-Zamora a la presidencia según los socialistas
El 10 de diciembre de 1931, es decir, ahora hace 90 años, era elegido Niceto Alcalá-Zamora presidente de la República. El Socialista opinó sobre este hecho capital de la historia contemporánea española. Eran los tiempos de colaboración con los republicanos, todavía bajo el impulso del 14 de abril, con optimismo, y recién aprobada la Constitución, y eso se nota en el comentario.
El periódico obrero consideraba que Alcalá-Zamora había llegado a la presidencia de la República a impulsos del entusiasmo popular, que habría recobrado de pronto su conciencia. Ese era el significado, en la opinión socialista, de la “fiesta civil” que había supuesto la toma de posesión del cargo, porque suponía la liquidación definitiva de un “pasado sombrío” y se afirmaba un “claro futuro”.
Para los socialistas nadie mejor que Alcalá-Zamora para medir la diferencia entre el pasado y el presente de España, la radical oposición entre la España del momento con la de otros días, aunque próximos en el calendario muy alejados desde el punto de vista histórico. ¿Por qué decía esto el diario obrero? Era evidente, Alcalá-Zamora había servido a la Monarquía y ahora venía a regir los destinos de la República. Entre ambas situaciones habría un foso, que se había cavado en un año, y donde se había sepultado la “podredumbre de un régimen de vergüenza a cuyo recuerdo se aviva el rescoldo de la indignación”.
Y en ese momento, aposentado en el Palacio que fue morada de reyes estaba el hombre que un día, “por exigencia de su propia limpieza moral, levantó bandera de protesta y supo sacudirse a tiempo las salpicaduras de aquella podredumbre” S
e recordaba cuando alzó su voz desde Valencia, y desde entonces la República le debería mucho a Alcalá-Zamora, pero mucho era también lo que de él se esperaba. Llegaba a la alta magistratura rodeado de un ambiente de simpatía que el había sabido ganarse porque había frecuentado a la gente, al pueblo. Era un momento de “gozo juvenil” el que se estaba empezando a vivir.
El periódico también valoraba la “cabeza firme” de Alcalá-Zamora, y su juicio sereno. ¿Qué faltaba, entonces?, se preguntaba el diario. Solamente que las ventanas del Palacio de Oriente estuvieran siempre abiertas al “aire de la calle”. Era una petición y un consejo. Como sabemos, la historia fue más complicada en la relación entre los socialistas y Alcalá-Zamora a medida que pasó el rápido pero intensísimo tiempo de la República. Pero, por en ese instante, el momento era de júbilo.
Hemos consultado el número 7127 de El Socialista.
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