La Federación Sindical Internacional en la posguerra mundial

Historia

En este artículo estudiamos el análisis que el socialista catalán Fabra i Ribas realizó a comienzos de 1922 de la Federación Sindical Internacional o Internacional de Ámsterdam.

 

Debemos recordar que la Federación nació en 1901 en un Congreso en Copenhague como asociación internacional de organizaciones obreras de signo socialista, de forma paralela a la Segunda Internacional de partidos socialistas, siguiendo el esquema marxista de división y autonomía de la lucha económico-social para el sindicato, y política para el partido. En dicho Congreso se creó el Secretariado Internacional Sindical con centrales nórdicas, de Bélgica, Alemania y Reino Unido. En 1913 dicho Secretariado se transformó en la Federación Sindical Internacional. Ahora vamos a abordar su inmediata historia después de la Gran Guerra de la mano de Fabra i Ribas.

Nuestro sindicalista y socialista catalán recordaba, en enero de 1922, que la Federación tuvo su última reunión en 1913 en Zúrich. También informaba que había existido un Secretariado en Berlín, a cuyo frente había estado Karl Leglen. La Federación coordinaba el trabajo de las distintas centrales sindicales nacionales, pero no celebraba congresos internacionales como hacía la Segunda Internacional, sino conferencias a las que asistían los secretarios de las organizaciones que pertenecían a la Federación.

Durante la Primera Guerra Mundial la Federación continuó trabajando creando las Oficinas provisionales de París y Ámsterdam.

Terminada la contienda la Federación se reunió en Berna, al mismo tiempo que la Internacional Socialista, pero mientras ésta se encontraba muy dividida, la Sindical había podido mantener la unidad. En dicha reunión de febrero de 1919 acordó que la siguiente reunión debía revestir el carácter de un congreso general donde debían ser invitadas todas las centrales nacionales que persiguieran el mismo objetivo.

El Congreso se celebró en agosto de ese año de 1919 en Ámsterdam. Allí estuvieron representados más de dieciséis millones de trabajadores organizados de doce países. Allí estuvieron, representando a la UGT, Largo Caballero y Besteiro.

Se discutió y aprobó el reglamento de la Federación. En primer lugar, definió a la Federación como la agrupación de las centrales sindicales de cada país, remarcándose la autonomía del movimiento obrero en cada país. Fabra i Ribas valoraba mucho este aspecto en su escrito porque suponía una garantía para la propia existencia de la Federación o Internacional de Ámsterdam, como empezó a conocerse.

La Internacional celebró otro Congreso en Londres en noviembre de 1920. Allí se estudió la situación del movimiento sindical internacional, el problema de los cambios, el reparto de materias primas y la socialización de los medios de producción.

La Internacional se interesó en esos primeros e intensos años por el boicot a Hungría, la ayuda a la población vienesa y a la población rusa, contra la guerra ruso-polaca, contra la persecución padecida por la Confederación General del Trabajo de Francia, y contra la política antiobrera de los gobiernos españoles.

Pero, en realidad, la gran preocupación del sindicalismo internacional en la posguerra tenía que ver con las consecuencias de la crisis económica en los trabajadores, en el paro. La segunda preocupación fue la reconstrucción de las regiones francesas buscando el acuerdo entre las organizaciones obreras francesa y alemana. Tampoco se olvidó la Federación del asunto de las reparaciones. Además, se implicó en la encuesta realizada sobre la cuestión de la Alta Silesia, la campaña en favor del desarme y la situación de la Organización Internacional del Trabajo. En este sentido, la Internacional tuvo mucho que ver con el inicio de esta Organización, y consiguió que en las conferencias internacionales del trabajo pudieran tomar parte las delegaciones alemana y austriaca.

Fabra i Ribas valoraba el crecimiento de la fuerza de la Internacional de Ámsterdam. Si en la Conferencia de Berna de 1919 habían asistido delegaciones de doce países, con dieciséis millones de afiliados, en julio de 1921 ya había veinticuatro países con veinticuatro millones de trabajadores miembros.

Hemos trabajado con el número 4027 de El Socialista de 7 de enero de 1922. En este sentido, es imprescindible el trabajo de Manuela Aroca Mohedano (dir.), Internacionalismo y diplomacia sindical (1888-1986), Madrid, Catarata, 2019.

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