Pasquines
Un pasquín es un escrito anónimo que se coloca en un sitio público con mensajes críticos y hasta satíricos contra un personaje público, o contra las autoridades civiles, militares o eclesiásticas. En todo caso, la Real Academia Española también denomina pasquín a un cartel en el que se anuncia algo, y a una hoja de papel con publicidad o propaganda. En algunos países latinoamericanos puede ser una publicación periódica de baja calidad con carácter sensacionalista y calumnioso.
El origen de la palabra es italiano, pasquino, y fue en Roma donde apareció en el siglo XVI. El Pasquino es una estatua de los siglos III o II a.C., la más destacada de las llamadas “estatuas parlantes” de la Ciudad Eterna.
Al parecer, el cardenal Carafa, cuando fue encontrada, decidió que debía colocarse detrás de la Plaza Navonna, cerca de donde había aparecido porque nadie la quería dado su estado. Sobre su denominación como Pasquino hay varias teorías. Algunos consideran que los vecinos la bautizaron como Paschino o Pasquino porque se parecía a un barbero charlatán del barrio. La teoría más aceptada considera que procede del nombre de un maestro de gramática de este barrio del Parione. Lo que nos importa que es que, a principios del siglo XVI, hacia 1501, comenzó a practicarse la costumbre de que, en la fiesta de San Marcos, que se celebra el 25 de abril, los estudiantes se reunían alrededor de la estatua y colgaban epigramas en latín, italiano y hasta en español, que eran, generalmente halagos hacia papas y cardenales.
Esta costumbre se fue transformando con el tiempo porque se colgaban escritos en cualquier época del año, pero, sobre todo, en vez de ser halagos, eran libelos. Se cuenta que Pietro Aretino utilizó este sistema para difundir unos sonetos de tono y contenido satírico para atacar a varios cardenales durante el cónclave para elegir al sucesor de León X, y luego contra el elegido, Adriano VI. Eran los “pasquinate”. El papado terminó por intervenir, y después de algunas prohibiciones de la festividad, se decidió que la estatua fuera custodiada por el Santo Oficio (Inquisición), por lo que los libelos tuvieron que ser difundidos de forma oral. Debemos recordar que en el Pasquino se puso la famosa frase en latín “Quod non fecerunt barbari, fecerun Barberini”, es decir, “lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini”, en alusión al expolio de materiales romanos del Panteón que el papa Urbano VII ordenó para la forja del Baldaquino de San Pedro. Así, el pasquín quedó para designar avisos, panfletos y libelos a partir de entonces en la Historia.
Sobre las estatuas parlantes existe un artículo de Karla Suárez de 2013 en El Informador, titulado, “Las estatuas parlantes de Roma”, que podemos consultar en la red. También es muy interesante la entrada “Si las estatuas callaran/Roma” en el blog de Bárbara Bonati. Por otro lado, es muy recomendable la consulta de la obra de Ana Vian Herrero (1994), El diálogo de Lactancio y un arcidiano de Alfonso Valdés: obra de circunstancias y diálogo literario, páginas 83-96.