Las primeras crisis del capitalismo
Con la llegada de la Revolución Industrial y el capitalismo cambiaron las crisis económicas, antes de subsistencia, porque pasarían a ser de superproducción industrial. Las industrias producían más productos que los que podía absorber el mercado. La generación de stocks creaba muchos problemas a las empresas, los precios bajaban, descendían los beneficios, se producían cierres de fábricas y quiebras bancarias y, al final, aumentaba el paro, la principal consecuencia social de las crisis. En todo caso, no fue infrecuente que, durante el siglo XIX, como se mezclasen crisis de subsistencias con éstas otras más modernas, ya que al darse una Revolución Industrial incompleta no se produjo un cambio completo de una economía agraria a otra industrial.
La nueva economía capitalista estaría sometida a ciclos, alternándose períodos de expansión de la producción con otras etapas de depresión y crisis. A medida que el capitalismo se fue asentando y extendiéndose durante el siglo XIX, esos ciclos se hicieron más grandes. La mundialización de la economía, fruto de la Segunda Revolución Industrial, generó etapas insospechadas hasta el momento de crecimiento y que hicieron soñar con un progreso infinito, pero también de crisis de gran magnitud. La primera gran depresión de la nueva época estalló en 1873, no superándose hasta mediados de la década de los noventa del siglo XIX.
Los economistas han intentado medir y estudiar los ritmos cíclicos. Podemos comenzar con el economista francés Juglar, que midió unos períodos de ocho años, denominados ciclos medios o ciclos Juglar. Kitchin, por su parte, trató de ciclos menores, de tres y medio años. Por fin, Kondratieff habló más de grandes oleadas de medio siglo que comprenderían una etapa alta y otra de baja. Serían ciclos largos. Schumpeter, basándose en Kondratieff, dividió la nueva era del capitalismo en distintas fases: la Primera Revolución Industrial, entre 1789 y 1848, seguida por una etapa caracterizada por la expansión del ferrocarril y de la industria siderúrgica, entre 1848 y 1896; y la tercera, protagonizada por el automóvil, la electricidad y la industria química, a partir de la última fecha señalada