El alcalde de Lucena contra la negociación ante la siega (1930)
Las dificultades para llegar a acuerdos que rigiesen las bases de trabajo ante la siega no procedían siempre de los desencuentros entre la patronal y las sociedades obreras, como hemos visto en algún caso en este medio de El Obrero, en pasados y recientes artículos. En otras ocasiones, eran las autoridades locales las que ponían trabas. Ese fue el caso de Lucena en 1930.
El Centro Obrero de dicha localidad cordobesa se dirigió al alcalde para que convocase a los patronos para que eligiesen una comisión que, con otra de los trabajadores, estudiasen y llegasen a un acuerdo acerca de las bases que debían regir en la inminente siega.
Los trabajadores eligieron a sus representantes por ganar tiempo y porque eran partidarios del sistema de la negociación. Pero el alcalde contestó negándose a convocar reunión alguna. En el documento de contestación afirmó que según constaba en un expediente de diciembre de 1928, se declaraba que el Centro Obrero socialista y, sobre todo, su junta directiva, estaban constituidos por elementos perturbadores, y que pretendían aprovechar las circunstancias del paro forzoso de los obreros para provocar desórdenes y evitar que los obreros pudieran contratar libremente su trabajo. Así pues, decretó que dejaba “subsistente el actual régimen de contratación del trabajo”.
Los trabajadores consideraron que el alcalde se había extralimitado en sus funciones, y que funcionaba más como un patrono que como un edil. Los socialistas se quejaron de esta actitud, de la resolución y del contenido del documento, al considerarlo injurioso, esperando la intervención del gobierno. Así pues, el alcalde, como decían los trabajadores de Lucena en la primavera de 1930, era un defensor de la libre contratación del trabajo, de dejar en libertad absoluta a los patronos para imponer la duración de la jornada y bajos salarios.
Hemos trabajado con el número 6663 de El Socialista de 17 de junio de 1930.