Dos visiones sobre la carestía de los alimentos en el verano de 1924: El Directorio Militar y Pablo Iglesias
En este artículo queremos confrontar dos visiones sobre la carestía de los alimentos en el verano de 1924. Por un lado, estaría la oficial, la del Directorio Militar, y por otra, la del líder socialista Pablo Iglesias.
El Directorio Militar expresó oficialmente el 15 de agosto de 1924 su interpretación sobre la subida de los precios de los alimentos.
La cosecha había sido corta por la sequía, lo que habría motivado el alza de los precios del pan y de los piensos, aunque el Directorio consideraba que no habría dificultades con el aceite y el azúcar. El problema partía de que como el aceite era un producto muy dedicado a la exportación, un hecho que calificaba de muy positivo, el precio en el mercado interno sí terminaría por subir. Por su parte, la patata también escasearía, por lo que adivinamos nosotros, el precio subiría.
En consecuencia, el Directorio consideraba que España tenía que resolver su problema agrícola. No era labor de un día, pero opinaba que había que encarar la cuestión con prontitud.
El Directorio consideraba que, aunque no era grato expresarlo, había un problema en relación con el obrero del campo español, así como con algunos artesanos de la ciudad, porque se habrían quedado a la zaga en el rendimiento (productividad) en relación con los obreros fabriles, mineros, ferroviarios y otros, que, “con gran percepción del conjunto del problema y por honor de clase” mejoraban e intensificaban su trabajo, facilitando la producción.
En esos momentos, seguía expresando el comunicado del Directorio, no se podía pensar en aumentar la jornada ni en bajar el salario, por lo que no cabía más que perfeccionar e intensificar la labor para aumentar el rendimiento, y con el mismo, la ganancia necesaria en todas las explotaciones.
Para el Directorio los trabajadores merecían toda la atención porque ellos siempre habían procedido con un “hidalgo espíritu”, contrario a la violencia y revuelta, a la que se habían visto conducido en ocasiones por elementos extraños a ellos. Esa atención debía pasar por la adopción de la política social que quería emprender la Dictadura: cooperativas, construcción de viviendas y otras ventajas.
Pues bien, en ese mismo momento, Pablo Iglesias publicó en El Socialista, tres días después, un artículo sobre las subsistencias y los trabajadores, expresando que todos los alimentos estaban subiendo, sin olvidar los alquileres. Es más, la fruta se había convertido en un artículo de lujo.
Iglesias combatía a quienes defendían que la causa estaba en el coste de la producción. La causa no estaba ahí, sino en los acaparadores y en la especulación que practicaban.
La sequía era un hecho incuestionable, pero opinaba que la cosecha no había sido tan mala, solamente inferior a la del año anterior, que fue buena y el precio del pan no bajó, en consecuencia.
El caso de las patatas era más evidente porque no escaseaban. Por otro lado, no había habido una mala cosecha de aceite, sino todo lo contrario, pero se exportaba una gran cantidad y el precio subía en el mercado nacional al escasear. Eso lo hacían los que luego pagaban salarios de miseria a los aceituneros. Por su parte, la codicia de los caseros estaba detrás de la subida de los alquileres.
Pablo Iglesias se lamentaba de la escasa respuesta del movimiento obrero ante esta situación. No había presión y el poder solamente había sacado una deficiente Ley de Casas Baratas, sin olvidar el desinterés de los Municipios por estos problemas. Por eso, los sindicatos debían ocuparse no sólo por los aumentos salariales y las mejoras laborales sino también por esta carestía porque afectaba directamente a los trabajadores.
Hemos trabajado con los números 4844 y 4845 de El Socialista, del mes de agosto de 1924.