La visión de Pablo Iglesias de la Fiesta de la Raza en 1922
Pablo Iglesias planteó una lectura crítica de la denominada en aquella época la “Fiesta de la Raza” (doce de octubre) del año 1922, y lo hizo, lógicamente en clave socialista ante una España que, en su opinión, poco podía celebrar.
Pablo Iglesias no cuestionaba que se celebrase el Descubrimiento de América, pero consideraba, como hemos anticipado, que España no podía celebrar nada en relación con las “excelencias de la raza”. ¿Por qué?
Porque España tenía la mitad de su suelo sin cultivar, porque doce millones de españoles no sabían ni leer ni escribir, porque el estado sanitario del país era pésimo con persistencia de enfermedades que habían desaparecido en otros lugares y porque al año morían doscientos mil niños, y había una mortalidad del 23 por mil, además de por el calamitoso estado de salud de la mayoría de los españoles porque no comían bien.
Pero también porque mientras se gastaba en armamento y policía más de ochocientos millones de pesetas, solamente se invertía en educación, 151 millones. Porque mientras se dedicaba al pago de la Deuda 664 millones, se consagraba a Fomento para todas las obras que el país necesitaba la cantidad de 171.927.000 pesetas.
Porque se mantenía la campaña de Marruecos en la que se sacrificaban miles de vidas de jóvenes y donde se gastaban millones y millones de pesetas, mientras, además, en España faltaban líneas férreas por falta de presupuesto.
Porque el poder público observaba una conducta “matonesca” con la población que formulaba reclamaciones, mientras se acobardaba ante los actos de indisciplina de los que ceñían espadas.
Porque se seguía sufriendo la “infamante” Ley de Jurisdicciones. Porque España se había convertido en un “garito” con pleno conocimiento de las autoridades (los socialistas fueron muy contrarios al juego).
Porque se usaban las palizas y los tormentos (tortura) con los detenidos (Iglesias citaba el reciente caso ocurrido, además, en Paterna en donde un guardia civil había matado a un padre por negarse a entregar a un hijo de quince años”, y porque no se había sancionado a los inventores de la conocida “ley de fugas”, y que seguían gobernando la provincia de Barcelona, como recompensa.
Porque el sentimiento de ciudadanía estaba tan adormecido que se consentía que fuera director del Orden Público el encargado hacía un tiempo del fondo de reptiles del Ministerio de la Gobernación. Porque la corrupción política, el caciquismo y el predominio del dinero habían llegado a tal posición que el Parlamento era el producto de estos tres factores.
Y, por último, argumentaba Iglesias, porque la fatalidad pesaba de tal modo sobre España que hacía muy difícil que pudiera caminar por la senda de la “civilidad”, que seguían otras naciones. Mientras todo esto no desapareciese, España no podía cantar las “excelencias de la raza”. En conclusión, Iglesias estaba planteando una visión harto crítica del patriotismo clásico o tradicional.
El demoledor artículo apareció en el número del 25 de octubre de 1922 de El Socialista.