La Agrupación Socialista Madrileña ante las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931. Segunda Parte
Una vez que Besteiro leyó las Bases para la discusión en el Congreso del PSOE sobre el proyecto constitucional y la relación de políticas a adoptar inmediatamente por el Gobierno ante los problemas acuciantes de España comenzó la discusión en la Asamblea de la Agrupación Madrileña.
La primera cuestión tenía que ver con el derecho sindical de los funcionarios, como planteó José Sanchís Banús. Besteiro contestó que todos los empleados del Estado, fueran “manuales o intelectuales”, estaban incluidos.
Indalecio Prieto informó, en calidad de ministro, que el estudio de Constitución estaba siendo realizando por una Comisión para que luego lo estudiara el Gobierno. Efectivamente, debemos recordar que hubo un Anteproyecto, que no terminaría de convencer al ejecutivo al considerarlo muy conservador, cuestión que hemos estudiado en otro lugar. Prieto se centró en la cuestión de las Cámaras, defendiendo que el Partido siempre había planteado una sola, opinando que lo que planteaba Besteiro era la existencia de una especie de Senado. Prieto veía un peligro que se establecería esa segunda Cámara no elegida por sufragio universal. Pensaba que podría ser copada por el sector capitalista, es decir la patronal. Debemos recordar que en el Anteproyecto sí se contemplaba la creación de un Senado, que luego la Comisión constitucional de las Cortes no tuvo en cuenta. Fernando de los Ríos intervino aludiendo que en 1917 había publicado un folleto en el que defendió la existencia de una Cámara Industrial, pero el constitucionalismo había avanzado desde del fin de la Gran Guerra, y ya en las nuevas Constituciones no se contemplaba la segunda Cámara. Solamente Alemania tenía un Consejo Económico, pero sin poder legislativo. Así pues, ya no defendía que hubiera un sistema bicameral. Por su parte, defendió que en donde hubiera una función del Estado debía haber un Consejo asesor, pero sin poder legislativo. De los Ríos proclamó que debía haber solamente representación política. Besteiro declaró que no le habían convencido sus ideas. Pensaba que lo profesional y político debían ir unidos. Por un lado, explicó que los reaccionarios pedían nada más que la representación profesional, y los demagogos el sistema monocameral, un argumento que no convenció a Fernando de los Ríos. En las Cámaras debía haber centros técnicos, pero las leyes deben ser realizadas por Parlamentos elegidos por sufragio universal. En ese momento intervino Miguel de Mora Requejo para defender la existencia de una Cámara. A las doce de la noche se suspendió la asamblea.
Al día siguiente, continuó la discusión sobre la cuestión de las Cámaras, empezando por la defensa de la enmienda de Mora Requejo, que por ausencia fue defendida por Antonio Fernández de Velasco, considerando que era reaccionario el proyecto de la Comisión en esta materia, por lo que solamente podía ser legítima una Cámara elegida directamente por el pueblo.
Por su parte, Sánchez-Rivera defendió el sistema bicameral. Trifón Gómez creía que era un error que la Agrupación votase contra el Comité en esta parte de la ponencia, aunque no fuera más que para dar lugar a que el Congreso tratase este asunto. No era solamente de una cuestión teórica, siempre según Gómez. Los sindicatos buscaban en el terreno político la defensa de los intereses de sus afiliados, sin dejar de aludir a la diferencia en esta materia entre la UGT y la CNT. Si se defendía la estrategia política por parte de los socialistas, había que crear esa Cámara corporativa. Trifón Gómez defendía que temía menos el voto de los trabajadores organizados que los que no lo estaban. Si no se aceptaba esta parte de la ponencia se corría el riesgo de defraudar a los obreros organizados, resintiéndose la disciplina del Partido Socialista.
Puesto a votación el asunto, fue derrotada la enmienda de Mora por 369 votos frente a 167, quedando aprobado el criterio del Comité.
En conclusión, se enfrentaron en el seno del socialismo madrileño dos modelos: uno más político, de signo republicano progresista monocameral, con Prieto, De los Ríos y Mora Requejo como grandes defensores del mismo, y otro de signo sindicalista, que pretendía que el mundo obrero tuviera poder en el ámbito legislativo, más propio de Besteiro, Gómez y Sánchez-Rivera.