Las Conferencias de La Haya o la “civilización de las guerras”
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Las Conferencias de La Haya, de 1899 y 1907 supusieron el primer intento de “civilizar” las guerras.
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Las Conferencias de La Haya, de 1899 y 1907 supusieron el primer intento de “civilizar” las guerras.
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En el Manifiesto que elaboraron los delegados del IV Congreso del PSOE del año 1894 se manifestó que era un “error grosero” atribuir al Partido Socialista “innobles aspiraciones”. El Partido nunca había pretendido destruir propiedad alguna, ni, por supuesto, atentar contra las personas propietarias. Lo que se pretendía era transformar la propiedad y destruir las instituciones privilegiadas, consideradas como caducas. Los socialistas nunca habrían demostrado con palabras o hechos que fueran partidarios de destruir la riqueza, ni de arrebatar la vida a ninguno de sus poseedores.
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En el otoño de 1899 se desarrolló la huelga de poceros en Madrid por la reducción de la jornada laboral. En esta pieza explicamos aquel conflicto.
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En el otoño de 1899 se produjo un conflicto entre los obreros marmolistas y sus patronos por la consecución de la jornada laboral de ocho horas. Estudiamos el mismo en este breve artículo.
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En el inicio del otoño de 1899 Madrid padeció una epidemia de fiebres tifoideas. La conocida sección de “La Semana Burguesa” de El Socialista se hizo eco de este hecho planteando ácidas críticas sobre el problema, en el mes de septiembre, aunque no tanto sobre las medidas tomadas, sino porque planteaban las causas del problema, y que desde la perspectiva del movimiento obrero no eran otras que la falta de higiene y la miseria.
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En 1899 y 1907 se celebraron sendas Conferencias en La Haya, que tendrían el precedente o la inspiración en el proyecto sobre las costumbres y leyes de la guerra de Bruselas de 1874 según la propuesta del zar Alejandro II. Así pues, estas Conferencias pretendían, si se nos permite la apreciación, “civilizar” la guerra, limitar los armamentos, no usarlos en determinadas circunstancias, y fomentar arbitrajes y mediaciones. La de 1907 (junio-octubre), concretamente, trató de los deberes de los países neutrales, el bombardeo naval, la colocación de minas submarinas, y las condiciones en las que los barcos mercantes se convertían en buques de guerra. Como es sabido, siete años después estallaría la Gran Guerra.