Mutualismo masónico a finales del siglo XIX
En un anterior artículo nos acercamos a una de las dimensiones masónicas de la fraternidad, la de la solidaridad y ayuda que los masones prestan a otros masones en trances complicados de la vida, y estudiamos el caso de la atención a familiares de masones que fallecían, desarrollada por el Gran Oriente Español en 1889. Queremos seguir profundizando en este tema, recordando otras iniciativas, pero no relacionadas con la muerte y las familias, sino con las enfermedades de los propios masones.
La masonería no podía estar al margen de la corriente de preocupación social de creación de mutualidades y sociedades de socorros mutuos para poder afrontar los lances de la vida en el siglo XIX. Es verdad que los masones contaban y cuentan con mecanismos propios para ayudarse como hermanos iniciados que son, regidos siempre por el principio de la discreción, con la figura del maestro hospitalario y del denominado “tronco de la viuda”, pero también es cierto que en la época de la Restauración borbónica se plantearon algunas soluciones que rebasaban los mecanismos tradicionales, como, insistimos, vimos para el caso de fallecimiento.
En este sentido, más que decisiones de las Obediencias y sus órganos de gobierno, se produjeron iniciativas de distintas logias, y muy especialmente en Cataluña, donde el mutualismo de todo tipo siempre estuvo más desarrollado. Así se creó “La Cadena de Unión” en 1878, y “La Confederada”, al año siguiente.
Ambas asociaciones o sociedades pretendían socorrer a sus asociados en caso de enfermedad, pero mientras que la misma no fuera fruto de la sífilis, la embriaguez, o por duelos de honor o riñas, ya que, los masones debían y deben ser hombres de buenas costumbres, y las mismas no parecían tener mucho que ver con las excepciones descritas. La primera hermandad reunió nada menos que a 288 miembros, con más de cuatro mil pesetas de fondo a finales de los años ochenta, lo que demuestra el éxito de la iniciativa. Y esto movería a las Obediencias a actuar, como vimos para el caso que estudiamos del GOE sobre los socorros a las familias de los masones fallecidos.
Podemos acercarnos a esta cuestión en el trabajo de fin de grado de Sergio Ceballos Coz, “La masonería en la España de la Restauración (1874-1923): Un reto entre libertad, progreso, democracia y rechazo”, de la Universidad de Cantabria, (2008), pp. 7 y ss. También es fundamental el trabajo de Sánchez i Ferré, La Maçoneria a Catalunya, Barcelona, 1990. Por otro lado, está nuestro artículo, “La fraternidad masónica en la hora de la muerte: el caso del Gran Oriente Español en el XIX”, Los Ojos de Hipatia (abril de 2020).