Frank Hodges, un minero en el Gobierno británico de 1924
Como venimos insistiendo en muchos trabajos la evolución del laborismo británico fue una prioridad informativa en El Socialista, dentro del interés que despertó en el socialismo español después de la escisión comunista, y durante toda la década de los años veinte, un asunto que sigue esperando un estudio monográfico. La llegada de los laboristas al Gobierno en 1924 impactó sobremanera en el PSOE, y El Socialista se llenó de noticias, artículos de opinión, etc, sin olvidar el debate que se generó, precisamente, en los mismos días de marzo en los que nos hacemos eco de la entrevista realizada al ministro Frank Hodges por el belga Le Peuple, por una conferencia de Fabra i Ribas sobre el ejemplo laborista para el caso español, y que precipitó que Indalecio Prieto diera su opinión, un asunto que trataremos en algún momento.
Pero, en este artículo, repetimos, queremos recordar las declaraciones que el líder sindical minero Frank Hodges realizó al periódico obrero de Bruselas, cuando asistió a la reunión de los delegados de la organización minera de Europa, donde estuvo presente también el español Manuel Llaneza. Creemos que es interesante rescatar estas opiniones porque son muestra del radical cambio en la política británica con el empuje laborista, y por la existencia de ministros que eran obreros.
Hodges tenía 37 años cuando fue nombrado Civil Lord of Admiralty (Almirantazgo) por MacDonald. Pero, a pesar de su juventud, era un hombre con una inmensa experiencia laboral y sindical. Fue vendedor de periódicos y minero ya a los catorce años, y un destacado líder, secretario de la Internacional obrera de carbón.
La responsabilidad de Hodges tenía que ver con todo lo relativo a las construcciones navales, como docks, talleres, depósitos y astilleros. Además, era responsable de la enseñanza para la marina de guerra, y, en fin, con las cuestiones relativas al trabajo marítimo, asuntos que siempre habían sido vitales en el Reino Unido.
El periódico belga explicaba que Hodges destacaba que en el nuevo Gobierno figurasen seis antiguos mineros: el ministro de la Guerra, el de Comunicaciones postales, el mismo como lord civil del Almirantazgo, dos subsecretarios de Estado y el Gobernador de Escocia, William Adamson. De forma distendida afirmó que todavía no se habían acostumbrado a la idea de que eran gobierno. Cuando hablaban al premier lo seguían haciendo como al líder del Partido Laborista, recordando que no era “por cierto poca cosa”.
Hodges reconocía que la situación era difícil. Decía que al Partido Laborista se le había comparado con un elefante salvaje al que se obligaba a marchar entre dos elefantes ya domados, es decir, los Partidos liberal y conservador. Pero el ministro afirmaba que, en todo caso, el elefante salvaje era muy joven, y habría de vivir mucho más tiempo que sus compañeros.
Debemos recordar que los laboristas no contaban con mayoría en el Parlamento, un asunto aludido por el propio Hodges, pero era optimista, aunque también realista. Y lo era porque admitía que no se podría hacer todo en inmediatamente, como, por ejemplo, la nacionalización de las minas, pero se podía facilitar trabajo a los parados, hacer que se votasen mejores pensiones de jubilación y viudedad, consolidar la conquista de la jornada de ocho horas ratificando el Convenio de Washington, sacar adelante una ley sobre los seguros sociales contra la enfermedad y el paro, y mejorar la educación, es decir, sin lugar a dudas, las bases de un estado el bienestar. Hodges afirmaba que no se podía decir que eran pequeñas reformas, en lugar de la revolución social. Los laboristas, en su opinión preferían esa fórmula, antes que recurrir a “generalidades fáciles”.
Nuestro protagonista aludió también a lo que ya se había hecho, como el reconocimiento de Rusia, y la mejora de relaciones con Francia. Solamente con que el gobierno laborista británico hubiera logrado alejar la guerra ya habría hecho mucho.
Los laboristas habían llegado al poder sin haber matados a los enemigos, sino de forma constitucional, pudiendo ser un ejemplo para el mundo, según terminó afirmando el ministro laborista. Y, como vemos, este ejemplo se publicó en El Socialista en el mes de marzo de 1924 (número 4710).