Los sindicatos a base múltiple en Europa a comienzos del siglo XX
En un trabajo anterior, explicando la génesis de los sindicatos de base múltiple, aludíamos al debate que se suscitó en el seno de las Sociedades de Resistencia y en la prensa, en los primeros años del siglo XX, especialmente a partir de 1906, sobre esta cuestión. En este trabajo acudimos al trabajo del francés V. Renard en El Socialista, a finales de agosto de 1907, donde se hace una defensa de los sindicatos a base múltiple a través de un estudio de lo que ocurría en Europa, que nos aporta un material, creemos interesante, para conocer el alcance de este cambio en el sindicalismo en ese momento fuera de España, pero, sobre todo, por los argumentos que empleaba el autor en favor de la base múltiple, con el fin de entender las razones por las que se defendía en ese momento histórico clave del sindicalismo.
El estudio de Renard tenía un objetivo evidente, demostrar que la base múltiple estaba detrás del crecimiento constante de las organizaciones obreras europeas frente al caso francés. El periódico obrero español debió considerar interesantes estas reflexiones dentro del debate del sindicalismo socialista español para favorecer la introducción del cambio.
Renard comparaba las cifras de asociados en los sectores textil, metalúrgico y entre los mecánicos, y todas eran desventajosas para Francia en relación con los alemanes e ingleses, por ejemplo. Esta evidencia le llevaba a afirmar que constituir sindicatos fuertes, y llevar la conciencia de clase al mayor número de trabajadores era bueno, pero fundamental era el mantener a los obreros unidos y agrupados. La causa que hacía que una mayoría de trabajadores se encontrara fuera de la organización obrera estribaba en la falta de ventajas inmediatas para los obreros. Eso lo probaba, siempre según nuestro protagonista, el número de afiliados trabajadores a Sociedades de previsión y socorro independientes de los sindicatos, que no habrían sabido unir el interés inmediato con el ideal de la emancipación.
Esas Sociedades de Socorros Mutuos, además, tenían advocaciones de santos, y estaban organizadas por el clero o por la patronal, que por medio de donativos atraían a los obreros a dichas organizaciones, donde se les “prepara el ánimo para la resignación mediante conferencias sabiamente organizadas acerca de la armonía entre el capital y el trabajo, así como sobre los beneficios de la filantropía burguesa”. Otros trabajadores pertenecían a estas Sociedades para poder ser enterrados dignamente.
Pues bien, los sindicatos austriacos, alemanes e ingleses habían previsto que el interés inmediato de los afiliados debía ser satisfecho, por lo que habían hallado el medio para reunir todo eso en la organización obrera.
Renard aludía a que los afiliados de estos sindicatos pagaban elevadas cotizaciones, pero les aseguraban ayudas en casos de enfermedad, paro, persecuciones e indemnizaciones en caso de huelga, entierro, pensiones a inválidos y socorros en caso de defunción a los allegados. La experiencia demostraba que, a pesar de las elevadas cuotas, los trabajadores permanecían en las Sociedades y Federaciones Obreras.
El autor aludía a que había enemigos de este sistema de base múltiple que explicaban que debilitaba el espíritu combativo, quitando su razón de ser a las Sociedades Obreras. El mismo afirmaba que lo había creído durante un tiempo, pero había comprobado su error.
Así pues, este sistema, unido al aspecto cooperativista, aludiendo en este aspecto al desarrollo alcanzado en el seno de los movimientos obreros belga y alemán, era el que había permitido que se levantaran imponentes Casas del Pueblo, como las de Bruselas o Gante, o las Casas de los Sindicatos en Berlín y Leipzig. Renard reconocía que este sistema de base múltiple se estaba introduciendo en su país, en los Sindicatos textiles de Roubaix, Lille, entre otros, y en los de la industrial lanera de Reims y otros sitios. Los trabajadores franceses debían acostumbrarse a pagar altas cotizaciones, y tratar de convencerse que el futuro de las organizaciones sindicales pasaba por esto.
Hemos trabajado con el número 1121 de El Socialista, de 30 de agosto de 1907.
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