August Bebel y el interés general

Historia

Teorizando sobre la expropiación de los medios de producción como base de la sociedad socialista, uno de los padres de la socialdemocracia alemana, August Bebel, planteaba la posible objeción sobre la bondad de este profundo cambio por parte de personas imbuidas de pensamientos o ideas capitalistas. ¿Con qué título o justificación querría hacer la sociedad esta transformación? Bebel replicaba que con el mismo argumento que siempre se había empleado a la hora de emprender transformaciones y reformas, es decir, el bien general. Pero había que dejar claro que había significado el concepto de bien general.

 

Históricamente, la sociedad se había movido por los esfuerzos de una minoría, pero que siempre había procedido en nombre de toda la sociedad, en nombre del pueblo, en fin, haciéndose pasar por toda la sociedad.

Pero, por eso mismo, las actuaciones emprendidas por el Estado y por la sociedad en la Historia no se había hecho, realmente, por el interés general, sino en beneficio de las clases que habían dominado en cada período.

¿Quién representaba a la República romana?, ¿los pueblos sujetos y/o los esclavos? No, solamente los ciudadanos romanos, y entre ellos su nobleza (los patricios).

El bien general se había empleado a partir de entonces, por nobles y príncipes en la Edad Media. Por el bien general, la Revolución francesa había expropiado a la nobleza y el clero, nutriendo a la burguesía francesa, que había alcanzado la propiedad de ese modo. Pero también en España se había expropiado a la Iglesia (desamortización), como en Italia, y siempre por el bien general. La nobleza británica se había hecho en los inicios del siglo XIX con millones de acres de tierras comunales por el bien general.

En conclusión, el progreso de la burguesía, en opinión del socialista alemán, se había realizado en interés de este denominado bien general, en una suerte de expropiaciones y confiscaciones. El fabricante absorbía al obrero, el gran propietario al labrador, el gran negociante al pequeño mercader, y hasta el capitalista a otro capitalista; todo en bien del interés general, de la nación.

La diferencia fundamental de la expropiación con el triunfo de la revolución socialista se basaría, precisamente, en que, se haría para todos, en realidad, no en beneficio de una determinada clase, sino para que las clases desapareciesen. Y el Estado ya no tendría razón de ser. La sociedad se salvaría por ella misma, no por una parte de la misma, que decía actuar en su nombre. Sería el triunfo de la igualdad, con el fin de hacer posible una existencia digna al ser humano.

Hemos trabajado con el texto de Bebel, traducido al castellano en El Socialista, en el número de 13 de agosto de 1921.

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