Los comienzos de la Tercera República francesa
El nacimiento de la III República francesa fue en extremo complicado por tres factores: la presencia prusiana en la Francia recién derrotada en Sedán, el estallido de la Comuna en París, y por el poder de las fuerzas políticas monárquicas. A pesar de todo este panorama, al final se consolidó el nuevo régimen. En este artículo estudiamos este intenso período de la historia contemporánea francesa y de cómo se pudo establecer la República.
El fracaso de Napoleón III ante Prusia provocó la caída del Segundo Imperio. Los republicanos franceses, en pleno asedio prusiano a París, se hicieron con la Asamblea y proclamaron la III República sin apenas resistencia a primeros de septiembre de 1870. Se formó un gobierno provisional para hacer frente a la caótica situación que vivía Francia. La primera etapa del nuevo régimen político ha sido definida como la de una “república sin republicanos”, porque a pesar de la iniciativa de los republicanos para proclamar la República, las fuerzas políticas predominantes en aquel momento eran claramente monárquicas, ya fuera en su versión orleanista, ya en la legitimista. Pero la división de los monárquicos fue un factor que les debilitó, aunque bien es cierto que entre los republicanos no reinaba tampoco una perfecta armonía. Por un lado, estaban los republicanos moderados de Thiers, y por otro, los radicales de Gambetta. Por fin, en el ámbito de la izquierda había grupos distintos, jacobinos, socialistas, anarquistas, etc.., pero que, en conjunto, eran fuertes, especialmente en París. Ellos pretendían otro tipo de República, más social.
El primer problema al que hubo que hacer frente fue el de decidir o no seguir la guerra contra Prusia, aunque estaba claro que resistir era imposible, dada la potencia militar del enemigo, pero las condiciones que imponía Bismarck eran muy duras, y la izquierda republicana consideraba que eran humillantes. Las elecciones de febrero de 1871 dieron una abrumadora mayoría a los monárquicos frente a los republicanos. La burguesía y el mundo rural se habían volcado en las elecciones porque temían a la izquierda. Se nombró a Thiers, destacado miembro de la burguesía conservadora, como presidente del ejecutivo, que puso en marcha una política conservadora e intentó entenderse con Bismarck para alcanzar un acuerdo, hechos que radicalizaron a los republicanos radicales, acercándose a socialistas y anarquistas.
En marzo estalló el motín popular en la capital francesa, motivado por la unión de distintos grupos y tendencias de izquierdas, muy distintas entre sí pero que les unía su completa oposición a Thiers y su gobierno. Se proclamó la Comuna, el primer experimento de gobierno obrero en la historia, y que resistió hasta el mes de mayo. Thiers decidió emplear todos los medios para reprimirla, con el empleo del ejército y, después, con una intensísima represión.
Solucionado el desafío de las izquierdas, Thiers intentó llegar a un acuerdo definitivo con Berlín, que se estableció en el Tratado de Francfort. Las condiciones impuestas por Alemania fueron muy duras: la pérdida de Alsacia-Lorena, asunto que se convertirá en fuente de resentimiento hasta la Gran Guerra, y el pago de una fuerte indemnización de guerra. Francia estaba exhausta, con graves problemas financieros, París medio destruido por los combates entre los communards y el ejército, y muchos muertos y prisioneros por la guerra contra Prusia.
Thiers consiguió acelerar la evacuación de las tropas alemanas anticipando el pago de parte de la indemnización exigida. Después, acometió una serie de reformas. En lo político fue consciente de que si se quería consolidar el régimen político había que contar con una alternativa política, por lo que permitió que Gambetta reconstruyese el partido radical. En lo económico reformó la hacienda con un aumento de impuestos y empréstitos. En el terreno militar, Thiers disolvió la guardia nacional, propensa a levantarse y apoyar revoluciones, y estableció el servicio militar obligatorio.
Curiosamente, Thiers perdió el poder a manos de la propia derecha. Solucionado el problema de la ocupación alemana ya no fue considerado como el hombre imprescindible. Además, Thiers había terminado por apoyar el establecimiento del sistema político republicano frente al monárquico, lo que le granjeó la enemistad de la mayoría política, harto conservadora.
Para presidente de la nueva República fue elegido el general Mac-Mahon, un militar partidario de la vuelta a la Monarquía. El cargo de presidente de la República acumulaba muchos poderes: elegido por siete años, podía prorrogar las sesiones de las cámaras del poder legislativo, disolver la cámara baja, nombrar ministros, etc.. Pero, aunque todo parecía favorable para reinstaurar la Monarquía, los republicanos se impusieron en 1875 al votarse unas leyes constitucionales que afianzaron el sistema republicano. Esta victoria se consiguió gracias a la división de los monárquicos. Los republicanos, con Gambetta como principal líder, se hicieron fuertes en la Cámara Baja y después en el Senado. En 1879, Mac-Mahon dimitió y terminó esta fase en la que la República parecía que no se asentaría.
Curiosamente, la III República no nació en una Asamblea Constituyente, y no se dotó de una Constitución para ponerse en marcha cuando fue proclamada en septiembre de 1870. Durante cinco años, la República fue un régimen de hecho, más que de derecho, y en peligro de ser sustituido por una restauración monárquica. Hemos visto los avatares de esos años y cómo, al final, se consolidó el régimen republicano, a pesar de la fuerza de los monárquicos.
En el año 1875 se dio un paso en la consolidación del régimen republicano con la aprobación de las Leyes Constitucionales, y que se completaría en 1879 con la elección de un presidente plenamente republicano.
Las Leyes Constitucionales se votaron por la Asamblea en 1875 y vendrían a hacer las veces de una Constitución. Eran tres. El 25 de febrero se aprobaba la que organizaba los poderes públicos. La relativa al Senado fue aprobada un día antes y, por fin, la que regulaba las relaciones entre los poderes lo sería en el mes de julio.
En el proyecto de la Ley sobre los poderes públicos no se mencionaba la forma de Estado, es decir, no se proclamaba que Francia fuera una República. Al final, se introdujo una enmienda que aludía a que el presidente de la República sería elegido por mayoría absoluta por el Senado y por la Cámara de Diputados, que se reunirían en Asamblea Nacional. Fue aceptada por un solo voto de diferencia. Lo curioso es que Francia tendría una República por una enmienda, no por un artículo que así lo proclamase. Además, de la misma forma quedaba establecido el tipo de República, que sería parlamentaria, y con dos cámaras. Por otro lado, insistamos en el hecho de que la enmienda se ganó por un voto. No era un sinónimo de estabilidad, que solamente llegaría en futuras elecciones para la Cámara de Diputados, ya que, en ella, los republicanos alcanzarían la mayoría muy pronto, frente a un Senado monárquico. También se hicieron fuertes los republicanos en las elecciones municipales.
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