Una victoria de la escuela pública en el Santander de 1930
Esta es la historia de un éxito concreto de la enseñanza pública en el Santander previo a la Segunda República, de la mano de la Asociación de Ex Alumnos Laicos, existente en Cantabria, de resultas de su petición de una subvención para las escuelas laicas. Narremos los hechos.
Al parecer, en octubre de 1930 dicha Asociación se presentó en el Ayuntamiento pidiendo que, al ser elaborados los nuevos presupuestos, se consignase una subvención para los centros de enseñanza laica privada existentes en Santander. Esta organización basaba su petición en el hecho de que las escuelas laicas llenaban una deficiencia no cubierta por el Consistorio en materia escolar. Para escolarizar a unos doscientos niños, que recibían su educación en una de las escuelas laicas santanderinas el Ayuntamiento necesitaba cinco maestros. Si el sueldo de cada uno de ellos era de cinco mil pesetas, el Ayuntamiento o el Estado se ahorraban veinticinco mil anualmente, sin contar con los gastos generados por la renta del local, la casa-habitación para el docente, el material escolar, la limpieza y otros gastos varios. La Asociación, por lo tanto, afirmaba que pagaba a la nación por concepto de una enseñanza que no recibía, y que, por ello, debía revertir una pequeña cantidad como indemnización.
En todo caso, los ex alumnos laicos eran conscientes de que lo que pedían era casi imposible de conseguir, pero, al menos, con su petición estaban dando señales de que existían, y llegado el caso, poder protestar contra un posible trato de desigualdad.
Pero las cosas transcurrieron de otra manera. El Ayuntamiento consideraba que había que aportar cinco mil quinientas pesetas para las escuelas confesionales. Y eso fue aprovechado por la minoría republicana, que propuso se concedieran dos mil pesetas a las escuelas laicas. A cuenta de esta cuestión se encendió el debate en el pleno con bronca incluida. Al final, el alcalde, ante el duro enfrentamiento optó por decidir que desaparecieran las consignaciones para todos los centros particulares de enseñanza, para con esa cantidad crear una escuela municipal, es decir, pública. Y así se aprobó.
La prensa católica de Santander arremetió contra la decisión, y publicó los nombres de los concejales que habían votado a favor de las escuelas laicas, acusando, además a la Asociación de que por su culpa quedaran sin subvención las escuelas religiosas.
El presidente de la Asociación, Ramos Martínez, se alegraba de la decisión municipal, anunciando que estarían pendientes del cumplimiento de la misma, en una columna publicada en El Socialista, y sin renunciar a seguir su campaña en favor de una subvención para la escuela laica privada.
Hemos consultado el número 6817 de El Socialista, de 14 de diciembre de 1930.
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