Un diálogo ficticio en favor de la constancia socialista en 1901

Historia

Los socialistas españoles siempre se preocuparon mucho de la propaganda de sus ideas, y no desconocían las dificultades para poder hacerlo durante muchas décadas entre el siglo XIX y XX. Pero, como hemos visto en otras ocasiones, la constancia era un arma que había que cultivar.

 

Al respecto, parece interesante rescatar un diálogo ficticio, publicado en El Socialista, en el que ante una crítica se articula una respuesta para demostrar el valor de la constancia. Hagamos un resumen:

-Las ideas socialistas serían utópicas y por ello nunca podrían ser comprendidas por los trabajadores españoles, ya que, estos obreros pasaban la vida en la taberna, sin leer libros, siendo, además, incapaces de pensar en serio.

-Respuesta: A lo sumo, eso indicaría que la obra era difícil, y por eso había que trabajar mucho para realizarla, pero como los socialistas serían constantes, el objetivo marcado terminaría por lograrse. La labor de cada día, mes y año había hecho que muchos trabajadores se apartasen de la taberna, y se hubieran aficionado a lectura, siendo ya muchos los que pensaban en su condición y en la de toda su clase (una formulación de la importancia de la conciencia de clase), así como en los medios para mejorarla.

-Los socialistas son gente oscura, desconocida, sin talla intelectual, y para formar un partido y pesar en la opinión serían necesarias cualidades de las que carecerían

-Respuesta: Siendo cierto que todos o casi todos los socialistas eran hijos del taller o la fábrica, con escasa instrucción y falta de “nombradía”, pero, estando convencidos de la bondad de sus doctrinas, estudiaban y exponían sus ideas de forma modesta a los trabajadores y sin pretensiones de saber más que ellos, realizaban la crítica que permitía la propia capacidad y, perseverando, formaban el Partido Socialista para influir en la opinión. Y así habría sido, porque con ese método se había conseguido que el Partido Socialista fuera un hecho y que sus actos tuvieran resonancia.

-Parece imposible que siendo tan pequeños y tan insignificantes los socialistas puedan hacer reflexivos a los asalariados, que se moverían por simples impulsos y que apenas se les habla de mejoras querrían verlas realizadas.

-Respuesta: Difícil -se admitía- era hacer juiciosos a hombres exasperados por la explotación y la miseria, pero a fuerza de trabajo, de hacerles ver que el arrebato solamente podía producir malos resultados y la impaciencia daños, los socialistas lograban que las acciones fueran presididas por la razón, y que los trabajadores dejasen de guiarse por el capricho o el odio. Y así había sucedido, se respondía también. Los constantes llamamientos a la calma y la cordura, ayudados por el ejemplo de los hechos, habían conseguido que muchas luchas con los patronos en el terreno económico no fueran precipitadas y siempre tras un período de necesaria preparación.

-Los socialistas serían impotentes para ofrecer disciplina a quienes viven disgregados y solo responden a lo que les hablaría el corazón y no la cabeza.

-Respuesta: El trabajo era costoso, exigía tiempo y esfuerzo, y no pocos sacrificios, pero los socialistas lo conseguirían por la virtud de la paciencia o la constancia. Y ya se podía comprobar, porque ya existía una masa obrera disciplinada, y que no dejaba pasar sin una protesta enérgica cuanto contra ella ejecutaba la “clase privilegiada”.

-Los socialistas nada podían hacer contra el dinero, las trapacerías, los abusos de autoridad y todos los fraudes electorales, quedándose, por consiguiente, fuera de las instituciones.

-Respuesta: los socialistas sí podrían, tardándose lo que hubiera que tardar, luchando contra el fraude electoral y las arbitrariedades para lograr que las elecciones fueran la expresión exacta de lo que el país pensaba y quería. Y los hechos lo demostrarían porque allí donde el Partido Socialista acudía a las urnas la burguesía se veía obligada a obrar de forma menos ilegal que antes, habiendo sido esta la causa de que en distintos puntos hubieran triunfado los candidatos socialistas o se hubieran obtenido “victorias morales”. Al final, todo se reducía, a la constancia.

Nuestra principal fuente ha sido el número 823 de El Socialista del 13 de diciembre de 1901

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